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GIRO 94

Festival del Gewiss

Argentin gana en Osimo a su estilo y se pone la 'maglia rosa'

Carlos Arribas

Habían anunciado que atacarían con todo el plomo disponible. A nadie sorprendieron. Fueron los más fuertes y ganaron. El Gewiss, equipo al que llamarle colectivo es más que un sinónimo, estuvo ayer, en el trepidante final de Osimo, a la altura de su fama, que es mucha. Los nervios estaban justificados, pero no tanto. Induráin llegó a 21 segundos del ganador, el maestro Argentin, pero no pareció importarle mucho. "Eso no es nada", dijo el gran favorito. "Sabía que Argentin estaba muy fuerte y me ha atacado bien". Más podrían preocuparle los nueve segundos que le sacaron Bugno y Berzin, dos con más potencial para la victoria final.La noche anterior se le acercó uno a Emanuele Bombini, director del Gewis, y le dijo que en privado le dijera quién iba a ganar ayer, es para una apuesta" le urgió. Bombini sonrió y no dudó. "Argentin, Moreno", le sopló. La pregunta tenía su aquel. Los Gewiss, un colectivo, habían anunciado ataques a destajo, pero no alocados, más científicos y tácticos; ataques en común pero sin avanzar quién iba a llevar la antorcha en el último relevo. El honor fue para el abanderado del grupo, su hombre insignia. Eran los dos últimos kilómetros; antes, un poco de rompepiernas, con unos cuantos fuegos artificiales. Allí, el Banesto también había sido un colectivo fuerte. Al frente del pelotón impusieron un bonito ritmo, una velocidad que cansara a los más flojos; algo que evitara una desbandada final. "Gran trabajo el de Montoya", dijo el propio Argentin. "Nos ha hecho sudar al final". En fila india tras Montoya -cuestión de minimizar la pérdida más que probable- alcanzaron la bandera de los dos últimos kilómetros. Se retiró el secundario de escena entonces y entró el tapado, el letón insidioso, Piotr Ugrumov. "Hoy se ha descubierto un poco Argentin", dice Echávarri. "Nos quería hacer creer que Ugrumov no estaba en forma y mira lo que ha hecho". Lo que hizo fue lanzarse, como un condenado con la boca abierta por rampas urbanas del 9%. Fue el reactivo desencadenante. En desbandada, todos detrás. Luego, un rival, el joven Rebellin, a ganarse el jornal. Alcanzó al letón y parecía que iba a ganar. Pero, cabeza fría, Argentin esperó a su momento. Metió el desarrollo fuerte y sobre el adoquinado, granítico de las callejuelas empinadas creyó sentirse en su Bélgica ardenesa. "Correrán la etapa como una clásica", hábía avanzado Echávarri. "Se pondrán todos delante y por las calles, de repente, saltará uno. Y nosotros, pensando, que lo tenemos todo controlado, a lo mejor no nos damos cuenta y nos llevamos la gran sorpresa". Pero la sangre no llegó al río. Más bien, todo lo contrario: Echávarri estaba contento. Y no sólo porque había visto que Induráin respondía bien en cabeza.

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La teoría banestiana iba como sigue: De las Cuevas no nos conviene como líder porque es un hombre que cuenta para la general. Entonces, no querrá desgastarse defendiendo la maglia rosa, sino estar ahí, que trabajen otros. Si el líder hubiera sido un Marie, otro gallo cantaría: se habrían matado por defenderlo hasta Campitello Matese. O sea que nos interesa otro líder, con un equipo potente y que vaya a la defensiva. Les interesaba un Gewiss. Ya lo tienen.

El Giro acaba de empezar y tiene mucha intensidad.. Y aún no se ha visto a los que llegan con histórica fama detrás. Y hoy, otro final callejero en cuesta.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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