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Entrevista:

"No tengo miedo a Induráin"

Carlos Arribas

Para hablar con Tony Rominger, de 33 años, lo mejor es acudir a su hotel a la hora del desayuno. Es allí donde el ciclista suizo, que lleva camino de ganar su tercera Vuelta consecutiva, está más relajado, a su aire. Es allí donde puede hacer una de las cosas que más le gusta: bromear. Es allí donde puede decir entre risas: "Si el Banesto quiere hacerme trabajar, mejor; llegaré más en forma al Tour".

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La ambición es la característica que más le cuadra a Tony Rominger. El afán de victoria es el motor que le mueve durante todo el año para entrenarse sin pausa, haga el tiempo que haga, para competir entregándolo todo. Su vida es 365 días al año entregados a la bicicleta. Ese carácter ambicioso es lo que le ha permitido romper esquemas: un ciclista bueno, cuyo primer triunfo en una gran ronda le llega a los 31 años y no se convierte en un canto de cisne, sino en un trampolín. Dio tal salto que ahora, a los 33 años, sus aspiraciones llegan hasta la prueba reina, hasta el Tour de Francia. "Ya el año pasado demostré que puedo con esa carrera y éste demostraré que puedo ganarlo", manifiesta el suizo. Rominger siente que ha subido un escalón y que puede mirar al navarro Miguel Induráin cara a cara. El mismo domingo 15 de mayo, pase lo que pase, Rominger volará desde Madrid a Zúrich. De ahí a su casa, donde pasará un día. El martes 17, avión hasta Estados Unidos, Vail, en Colorado. Allí, a casi 3.000 metros de altura, Rominger pasará tres semanas preparándose para el Tour.Pregunta. ¿Qué le mueve a seguir progresando?

Respuesta. Las ganas de ganar. Es el único aliciente. Ni los récords, ni entrar en la historia. Sólo ganando veo recompensado mi trabajo.

P. Pero tiene tantas ganar que más parece bulimia, hambre desaforada...

R. Eso viene por añadidura. Si quiero ganar la Vuelta, tengo que triunfar en las etapas y los puertos. Y así llega el maillot de la regularidad y el de la montaña y todo eso. No me preocupa el poder convertirme en el primer ciclista en ganar tres Vueltas, ni hacerlo vestido de amarillo desde el primer día. Lo único que quiero es ganarla.

P. ¿Nunca se concede un respiro cuando compite?

R. Nunca puedes participar en una prueba simplemente para entrenarte, para coger kilómetros, como calentamiento. Eso sería engañar a la gente, a los aficionados y a los organizadores. Si voy a una carrera es para ganarla, si no, me quedo en casa entrenándome.

P. ¿Es consciente de que ha matado la emoción de la Vuelta en sólo ocho días?

R. Sí, quizá. Para mí, de todas formas, es mejor así. Pero, de todas formas, aún no canto victoria. No me digo "has ganado" y me relajo.

P. ¿Teme que su superioridad dé menos valor a su victoria, que la gente diga que ha ganado contra corredores de un nivel inferior?

R. Quizá la gente piense ahora, sí. Cuatro minutos al segundo en ocho días es mucho. Pero dentro de un par de años y más tarde sólo se acordarán de que gané la Vuelta, no de los rivales a los que batí.

P. ¿Se siente muy superior?

R. Yo me siento mejor que en la pasada Vuelta, al mismo nivel que alcancé en el Tour.

P. Y a sus rivales, ¿cómo los ve?

R. Creo que Zülle está peor y a los demás los veo más o menos igual que el año pasado.

P. Este año hay una novedad, Zarrabeitia.

R. Me siento luchando contra dos generaciones de españoles. Contra Pedro Delgado y Mikel Zarrabeitia. Zarrabeitia me sorprendió en la larga contrarreloj de Benidorm. Me ha encantado como ha progresado. Mikel fue uno de los primeros en tratarme cuando vine a España. Enseguida me cayó simpático. Es una gran persona. Le veo con potencial para ganar una gran Vuelta.

P. ¿Este año ya?

R. No. Tiene que progresar. No le veo capaz de ponerme en apuros. Veo imposible que me pueda atacar.

P. ¿Le dijo algo cuando le dobló en la contrarreloj de Benidorm?

R. Sí, le dije que intentara seguir mi ritmo. Zarrabeitia me cae muy simpático y ndoquise desmoralizarle, no tenía sentido que yo le aplastara. Es muy joven y se habría sentido muy mal.

P. ¿Se siente imbatible?

R. No hay nadie perfecto. Todo el mundo tiene algún día malo, y yo también. Puedo fallar en cualquier momento.

P. ¿Siente que infunde el mismo miedo que Induráin en el pelotón? ¿Que todos le temen?

R. No, no pienso que crean que luchan contra un imposible. Y tampoco es mi intención que lo sientan así.

P. ¿Ganar a Induráin en el Tour es un imposible?

R. Para mí no. Puede que gran parte de las victorias de Induráin se deban a la forma en que ha desmoralizado a los demás. Por ejemplo, a Gianni Bugno, que es muy frágil de moral. Pero a Claudio Chiappucci no le ha podido mentalmente. El problema es que el italiano le ataca mucho, pero no puede físicamente con él. Yo demostré el año pasado que le puedo poner en apuros. Respeto a Induráin, pero no

le tengo miedo. Y no soy el único: hay tres o cuatro que le pueden ganar.

P. Un poco fanfarrón...

R. ¡Qué va! Soy realista. Trabajo y busco que la victoria me satisfaga. Si no gano después de haberlo dado todo porque hay otro mejor, no pasa nada. Felicito al ganador y ya está.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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