Las zapatillas de Cubino

Laudelino Cubino se ha creado un mito: rodillas de cristal. Suena casi romántico pero sus problemas en esta Vuelta tienen razones más prosaicas. A principios de temporada, coincidiendo con su pase del equipo Amaya al Kelme, cambió de marca de zapatillas y de fijaciones del pedal. "Ésa es la razón de sus problemas", dice Álvaro Pino, su director. "Y como ha tenido una pretemporada tan liosa, con gripes y otras cosas, hasta la contrarreloj disputada en Valladolid no forzó al máximo. Y se resintió de la rodilla izquierda".El miércoles, el ciclista bejarano, tercero en la pasada Vuelta, confesaba que más que el podio -"tampoco te recuerdan por eso"- prefería marcarse una escapada épica. Ayer era más modesto: "A ver si esta etapa me va bien y puedo coger fuerzas". Pesimista como poco.

Ayer las pasó canutas. En los toboganes finales se quedó descolgado y necesitó la ayuda de medio equipo para conectar. El miércoles lo había pasado peor, aunque la suavidad y la lentitud del pelotón no lo hicieron notar. Dos veces los médicos de la Vuelta tuvieron que infiltrarle con anestésicos su rodilla izquierda.

La marcha de Cubino hasta el Kelme comenzó ya mal. La gran esperanza escaladora española se fue del Amaya cuando Javier Mínguez aún no conocía su futuro. Un mes después supo de la absorción del Banesto. Tampoco sabía Cubino, de 30 años, que su médico en el Amaya, el canario Eufemiano Fuentes, también se iría al conjunto catalán.

Y así, se fue a Ferrara (Italia), a la consulta de uno de los gurus científicos, el médico de Moreno Argentin, por ejemplo, Michele Ferrari. Allí se comprometió a un seguimiento anual, lo que le costó sus buenos dineros. A su vuelta de Italia se enteró de que su querido Eufemiano estaría todo el año con el Kelme, con su nuevo equipo. Ya era demasiado tarde para cambiar de médico.