El viraje de Buthelezi
UN HECHO trascendental ha tenido lugar el martes pasado en Pretoria: Buthelezi, el jefe de Inkatha (partido en el que predomina la etnia zulú), ha renunciado a su política de boicotear las inminentes elecciones en una reunión que ha celebrado con el actual presidente, De Klerk, y con Nelson Mandela (considerado ya como el futuro presidente). Este cambio es enormemente significativo. Hasta ahora, la estrategia de Buthelezi se basaba en impedir que Mandela fuese el presidente de la nueva Suráfrica y en crear una zona, lo más extensa posible, en la que la nueva legalidad fuese rechazada. Intentó hacerlo en connivencia con los sectores más radicales de racismo blanco. Ese "frente de rechazo" no logró consolidarse, en gran parte, gracias a la creciente influencia de las tesis constructivas de De Klerk entre la población blanca. Este proceso desmonta también la tesis tan manida en Occidente sobre el carácter irredento e irreconciliable de la población blanca.Para Buthelezi, las elecciones representaban un peligro real: él ha jugado hasta ahora con su título de "jefé de los zulúes". Las elecciones ponen claramente en peligro esta posición no refrendada en las urnas. Muchos zulúes podrían votar por el Congreso Nacional Africano, como indican los sondeos. La táctica de la lucha armada le permitía hacer daño, pero desgastaba seriamente a sus partidarios. Por otra parte, Mandela ha sido generoso en las concesiones hechas para arrancar el cese del boicoteo: el rey de los zulúes, Zwelethini, obtiene el reconocimiento en su región, y podrá incluso nombrar altos cargos, al margen de los resultados electorales. Se crean las bases para establecer una autonomía en la zona de mayor concentración de los zulúes, cuyos contornos no han sido aún precisados, y en la cual Buthelezi y el partido Inkatha tendrán ciertos poderes, incluso si en las urnas sus resultados fuesen lamentables. Temeroso de quedar aislado, Buthelezi ha preferido realizar un viraje espectacular y aceptar las concesiones respecto a los poderes del rey. Para Mandela, lo decisivo ahora es que el desarrollo de las elecciones quede "por encima de toda sospecha", dando así a su previsible presidencia la máxima legitimidad.
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