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Olazábal, a la caza del gran sueño

El golfista español comenzará la última jornada colocado en segunda posición

Carlos Arribas

José María Olazábal iniciará hoy (23.30, Canal+) el último recorrido del Masters de golf haciendo pareja con el líder, el norteamericano de Minnesota Tom Lehman. Saldrán los últimos. Toda la atención televisiva estará centrada en ellos. Y Olazábal se confiesa tranquilo. Eso, después de haber entregado una tarjeta de 69 golpes (tres bajo par), lo que le deja con 210 (-6), a un sólo golpe del liderato. Precisamente, el de Hondarribia y el de Minnesota fueron los mejores ayer. Los únicos que anduvieron por debajo de 70 golpes. Y sólo media docena de los 51 participantes lograron bajar el par. Severiano Ballesteros no estuvo entre ellos. Otra vez tiró por la calle del medio y terminó con 75 golpes (+3), para un total de 221 (+5). También se hundió el gran favorito de los apostantes, el australiano Greg Norman, que terminó con 75 golpes (+3), para un total, tras la tercera jornada, de 215 (-1).Olazábal ha hecho un sólo + 1 en los 36 últimos. hoyos del Augusta National Golf Club. A eso se le llama solidez. Si lo j untamos a los siete -1 (birdies) y al -2 (eagle) conseguidos, tendremos una palabra: valor. Y él apenas se lo cree.que describiendo su maravillosa serie de segundos golpes en los hoyos -los que todos los grandes dicen que dan y quitan el Masters- como si fuera lo más normal del mundo, con absoluta sencillez. Y ayer dio dos, por lo menos, perfectos. El que le valió el eagle en el hoyo 8 (par 5) y el que preparó su - 1 en el 10 (par 4).

Su magnificiencia con los hierros (los palos usados en los segundos golpes de cada hoyo) se habría quedado en nada sin su perfección con el drive en los golpes de salida. Y sin su olfato para saber oler el viento y calcular en cada momento. En el hoyo 8, después de un drive largo, Olazábal se encontró delante de él con una loma que le tapaba el green. Pausadamente, sin prisa, subió la cuesta para tener una perspectiva. Como un general viendo un campo de batalla para saber mover sus tropas. Tiró una brizna de hierba al aire y la vio volar. El viento era desfavorable. Bajó hasta donde su caddie_ Dave Renwick, ya agarró de la bolsa un hierro 4. Se dirigió hacia la bola, hizo un par de amagos y, súbitamente cambió de idea. .Malo, pensaron algunos Cuando duda y le da la ventolera, falla. Pero no, agarró con fuerza un hierro 3. Sin dudarlo y sin mirar lanzó la bola. A un metro del hoyo. Eagle cantado.

Confiado continuó. Pasó maroma en el 9. Anticipo del 10. El mejor golpe del día. Unánimes los aplausos. Viento cambiante. Bandera fastidiada green resbaladizo como el hielo. Golpe perfecto: la bola muerta a menos de un metro del hoyo. Birdie hecho.

Y ahí comenzó el sufrimiento y la prueba de que Olazábal es otro. De que es un gran jugador. Jugó un gran hoyo 12, pero el birdie se le escapó por los pelos. Y en el 13 jugó perfectamente -es un par 5 famoso por la laguna que protege el green- Los dos jugadores que le precedían, Watson e lrwin cayeron al agua-, pero hizo + 1. "Sí que dudé en el segundo 90 pe. Pensé en quedarme corto y luego jugar con tranquilidad desde el otro lado del agua", reconoció Olazábal. "Pero la bandera estaba en primer plano y me dije que sería mejor pasar el río. Y di un gran golpe. A más de 100 metros sólo me desvié de mi objetivo en menos de niedio". Pero esa pequeña falta de perfección le resultó fatal. La bola botó en el talud, delante del green y lentamente, casi sin querer, se deslizó hacia el agua. Golpe de penalización y bogey.Cambio de estado

Olazábal es otro, entre otras cosas, porque los malos golpes no le hunden. Cada golpe en el Masters es un mundo, dicen los que aquí juegan, y esa filosofía asumió el vasco. El resto de la segunda vuelta fue una pura agonía para los seguidores. Cada golpe parecía de vida o muerte. Olazábal perdió parte de su solidez -el viento, fuerte y cambiante no ayudaba, precisamente- y toda la lucha y capacidad parecían destinadas simplemente a salvar el par. A lograr que uno de los campos mas engañosos y el más malicioso no derrotaran al jugador. Y ello sin mirar al marcador que anunciaba birdies prodigiosos de algunos rivales.

"Del 91 -año en que Olazábal perdió el Masters en el desempate con el galés Ian Woosnam- a aquí ha cambiado una cosa sobre todo: entonces salí atenazado el último día. Pensaba que tenía mucho que perder. El domingo saldré de otra forma, pensando que ya he ganado mucho y que tengo mucho más por ganar", dijo Olazábal. Y si el martes decía que no sabría si podía ganar el Masters hasta el sábado por la noche, ayer retrasó un día más la cita: "Hasta el domingo por la tarde no diré si puedo ganar. Todos los que están bajo par -11- pueden ganar. Y el día se anuncia ventoso. Buenas noticias para Olazábal. Lehman, dicen todos, es un líder de madera. Más que satisfecho está con lo que ha logrado hasta ahora. El rival, se comenta, será Tom Kite (-4). Sin olvidar al Gran Tiburón Blanco, Greg Norman, especialista en albañilería, en arena -ayer- y en cal.

Clasificación

1. 209 (-7), Tom Lehman (EEUU, 70+70+69). 2. 210 -6), José María Olazábal (74+67+69). 3. 211, Larry Mize (EEUU, 68+71+72). 4. 212 (4), Tom Kite (EEUU, 69+72+71). S. 213 (-3), lan Baker-Finch (Australia, 71+71+71), Jim McGovern.

El chico del pueblo

Larry Mize, de 35 años, es el orgullo de Augusta desde que en 1987 ganó el Masters, derrotando en el desempate al australiano Greg Norman. Todos sus avatares vitales son seguidos con fruición. No en vano, Larry Mize, líder del Masters las dos primeras jornadas y tercero tras la jornada de ayer, es el chico del pueblo. Nació en Augusta.En 1987 dejó boquiabierto a Norman y a medio Estados Unidos cuando embocó con un golpe desde fuera del green en el hoyo de desempate del Masters. Fue el chip prodigioso. El año pasado, este hombre de 1,85 encogió el corazón de otras tantas personas. La víspera del Masters su mujer, Bonnie, dio a luz de forma prematura al tercer hijo del matrimonio. En un estado de distracción, Mize logró el primer puesto en la jornada inicial; después se sintió abrumado por las preocupaciones y se puso a entregar tarjetas apestosas. Y este año, cuando parecía que lo tenía peor -sufrió una artroscopia en la rodilla derecha hace menos de un mes- aspiraba a convertirse en émulo de Ben Crenshaw, el último golfista en ganar el Masters siendo líder desde el primer día. Eso fue hace justamente 10 años, en 1984. El resultado de ayer le impide la hazaña, pero no le quita su condición de aspirante a la victoria.

El jugador de Augusta encabeza, además, el renacer norteamericano en una prueba que parecía hecha a la medida para los europeos.

Y no deja de ser sorprendente que el guipuzcoano José María Olazábal apareciera tras la segunda jornada como el único europeo con posibilidades. Los Langer, Faldo, Woosnam, Lyle y Torrance figuran en la cola, con grandes números positivos después de salvar el corte.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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