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El Barça salva un punto

Un gol de Amor a ocho minutos del final despierta a los azulgranas en Santander

El Barça salvó un punto en Santander cuando el partido ya agonizaba. Un remate de Amor, el primero bien dirigido del equipo azulgrana en todo el partido, puso a salvo una lamentable actuación del equipo de Cruyff, salpicada por un arbitraje esperpéntico. El gol activó al colectivo barcelonista y en ocho minutos pudo darle la vuelta a un marcador que hasta entonces estuvo del lado del Racing. Los últimos escarceos del choque sirvieron para que el Barcelona limpiara su imagen de conjunto tibio, desorganizado y cobarde ante equipos de carácter viril.El Barça presentó de salida un problema estructural. Cruyff optó por poblar la divisoria en detrimento tanto de la defensa (Amor sustituyó a Koeman) como de la delantera (Laudrup entró por Stoichkov). Romario quedó aislado en ataque, y Nadal en la zaga. Txiki, muy zarandeado por los cambios de posición, no conectó con el brasileño, y las ayudas a la zaga tampoco funcionaron.

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Romario, lesionado

El Racing, un equipo tremendamente organizado, aprovechó la coyuntura. Villabona y Setién le taparon el campo a Guardiola, y Gel¡ por banda izquierda y Popov y Torrecilla por la derecha dinamitaron la línea trasera azulgrana. El trabajo de los enlaces del grupo cántabro fue perfectamente interpretado por Radchenko. El ruso marcó un golazo en el primer remate franco del partido y el Barcelona se rompió por el espinazo. Únicamente encontró alivio en las penetraciones por el ala derecha de Iván.

Nunca consiguió el grupo de Cruyff darle aire al partido. Estuvo lento, muy alineado, blando y sin ambición. El árbitro tampoco ayudó a que en el césped se plasmara el fútbol que se respiraba en la grada. Fernández Marín rompió el choque con decisiones no previstas en el reglamento: expulsó a Ceballos de forma sorprendente, luego perdonó una segunda tarjeta a Nadal y otra a Sergi, y después mostró la cartulina roja directa a Ferrer por una entrada a Radchenko en una lateral.

No pareció acusar el colectivo de Irureta la confusión creada por el colegiado ni su inicial inferioridad numérica. Más descansado que su rival (el Barcelona jugó el miércoles contra el Spartak de Moscú), el Racing se parapetó muy bien atrás y salió con rapidez a la contra: Radchenko fue retratando a la defensa azulgrana y Zubizarreta tuvo que emplearse a fondo. Era el cántabro un equipo muy duro de roer y difícil de parar.

En vista de que nadie agarraba el partido en el Barça, Cruyff actuó a la desesperada nada más iniciarse el segundo tiempo y dio entrada a Julio Salinas, un jugador que sólo cuenta cuando el equipo agoniza, y a un debutante, el danés Ekelud, interior del filial. El bisturí drástico del técnico funcionó cuando ya nadie daba un duro por su equipo, que campaba como podía con Romario fuera del área y Salinas de hombre diana.

El Racing no sólo impidió inicialmente que el Barcelona rematara con criterio entre los tres palos, sino que se permitía el lujo de intimidar al contrario con unas transiciones dignas de manual. Gel¡, un jugador de un físico tremendo y con una salida fulgurante, tuvo la sentencia en sus botas. El jugador cántabro, apetecido ya por los equipos grandes, erró -quizá por falta de experiencia- en el último remate. Tampoco un experto como Villabona atinó. Los azulgrana, tan lentos como imprecisos, iban despidiéndose de El Sardinero como un equipo vulgar y ramplón.

Llegó entonces una jugada de Laudrup, empeñado en reivindicar su cartel de futbolista incomparable. El danés forzó un largo ataque que acabó en los pies de Amor, un centrocampista de gran sacrificio y capacidad de llegada, y el Barça empató. La jugada sirvió para aliviar el debate que se ha abierto en la hinchada azulgrana entre la conveniencia de que juegue Laudrup o Stoichkov, sancionado ayer junto con Koeman.

El danés acusó la falta de ritmo y de forma (llevaba un mes sin jugar), pero dejó constancia una vez más de su clase y trascendencia.

El gol de Amor destrozó el trabajo del Racing y el Barcelona tuvo el partido a su merced.

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