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24 horas en la vida de "Marito"

El hipódromo de la Zarzuela alberga a 600 caballos que llevan una vida de lujo, pero muy disciplinada, para que no se despisten en las carreras

Hoy se celebra la tercera jornada de carreras en el hipódromo de la Zarzuela. Como todos los domingos de la temporada, la cita para los aficionados es a las cuatro en punto de la tarde.Pero en el hipódromo hay a diario un ajetreo sosegado. Allí viven cerca de 600 caballos de lujo, todos ellos pura sangre. Cuatrocientos corren en competiciones; los restantes son potros y yeguas jóvenes o bichos en el dique seco (lesionados).

Uno de los que están en activo se llama Marito. Tiene cuatro años y es de color castaño claro. Sus padres son americanos y fue comprado en una subasta cuando el potro tenía año y medio. El precio de uno de estos animales es variable, pero se sitúa en torno a los seis millones de pesetas, como mínimo.

Tres baños al día

Marito es el único inquilino de la cuadra Santander. Su propietario, Isaac Ruiz Herrero, empresario de hostelería, lleva más de tres décadas relacionado con el mundillo del hipódromo. Desde entonces, siempre ha tenido un caballo.

Ruiz Herrero es representativo de los pequeños propietarios apasionados y entusiastas. Todos los días cierra su negocio a las ocho de la mañana y se dirige al hipódromo antes de retirarse a descansar. Marito se levanta a las ocho. El mozo lo saca del box (cuadra), lo limpia, lo cepilla y lo lleva a las pistas para que haga algunos cantes (diversos ejercicios de entrenamiento). A las once vuelve a la cuadra. De nuevo lo cepillan, lo duchan, lo secan y le dan la comida: avena, cebada mojada y linaza en grano. Marito come mucho y con parsimonia durante hora y media. Después se echa una siesta hasta las seis de la tarde. A esa hora. le dan la cena, similar al almuerzo. Luego sale al patio, donde de nuevo lo asean y duchan. Cuando está seco, entra al box y duerme hasta el día siguiente.

Como todos sus compañeros en la Zarzuela, Marito lleva una vida regalada, pero muy espartana, casi ascética. Jamás yace con yegua, cosa ingrata para un caballo, animal muy libidinoso y siempre dispuesto a la coyunda. El bicho, para paliar la sequía sexual a que está obligado, tiene notable facilidad para el onanismo.

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En la terminología del hipódromo, esta actividad es conocida como pajeo. Para que el noble bruto no se extralimite, se le coloca en sus partes una especie de braguero con púas y otros artiluglos, de forma que la erección resulte dolorosa. Ruiz Herrero explica así esa melancólica abstinencia carnal: "Si el caballo se lía con una yegua, está todo el día empalmado. Y cuando compite, en vez de procurar colocarse en cabeza va siempre detrás de una yegua. Yo tuve un caballo tremendo para esto. Se pajeaba a diario unas 15 veces. En la pista, cuando corría 400 metros, estaba ya que no se tenía. No hubo forma de quitarle el vicio, ni con bragueros, ni con pinchos, ni con nada. Se destrozaba, pero seguía fiel a sus instintos. Lo tuvimos que capar".

Marito, como todos los de su clase, no es muy inteligente. "Son más tontos que Pichote", dice Ruiz Herrero, "pero tienen una memoria prodigiosa. Jamás olvidan".

Marito es muy noble y manso. Nunca hay que atarle en el box ni ponerle cabezones. Le gusta mucho jugar, pero, claro, como es muy grande, sus piruetas pueden ser brutales.

Estos animales se aburren mucho en el box. Y un bicho aburrido tiene tendencia al pajeo. Para que se diviertan, a veces dos gallos les hacen compañía. Incluso se les da un balón, pero al final lo muerden y lo rompen. Y con los gallos pasa lo mismo. También, cuando son muy nerviosos, se les hace convivir con una oveja o un cordero. La oveja se vuelve trotona y el caballo se tranquiliza.

"No es un negocio"

El entrenador de Marito es el argentino Mario López, un hombre que está en esto desde que tenía 17 años. López prepara a otros cuatro pura sangre: Hurraco, Valira, Sahagún y una potra todavía sin nombre.

Cerca de 300 familias viven de las labores relacionadas con el hipódromo de la Zarzuela. El coste de la estancia de un caballo en el hipódromo viene a salir por un mínimo mensual de 90.000 pesetas y un máximo de 125.000.

Ante los costes que supone mantener un pura sangre, Ruiz Herrero lo tiene claro: "Un caballo no es negocio, es pasión. Digo eso de que cuanto más conozco a las personas más quiero a mis perros, que son ocho, y, por supuesto, a Marito".

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