El centenario de 'La verbena de la Paloma' pasa inadvertido con un único homenaje
Cada heredero cobra medio millón de pesetas al año por derechos de autor
"Nos queda el orgullo, la gloria es para los autores", dice Enrique Gil de la Vega, uno de los seis nietos de Ricardo de la Vega, el libretista de La verbena de la Paloma, una zarzuela emblemática de Madrid. El Centro Cultural de la Villa, que esta noche festeja el centenario con una función única, coloca los mismos decorados cada año por exigencia del público incondicional de la obra. Las 700 localidades están agotadas desde el martes. Sin embargo, sólo se han vendido 6.000 copias de la versión en disco compacto, dirigida por Ataúlfo Argenta, editada en 1987.
Cien años atrás, los aficionados a la zarzuela, que también entonces agotaron las entradas para el estreno de La verbena de la Paloma varios días antes de la representación, pagaron "¡hasta tres duros!" por una butaca del desaparecido teatro Apolo. Tras la noche de la fiesta, donde capas y manguitos brillaron por doquier,, más de una farmacia cambió de nombre e incontables madrileñas fueron bautizadas con él nombre de la virgen.Tomás Bretón, salmantino, compuso la música para la zarzuela en apenas 20 días, contando los que utilizó para documentarse en los barrios bajos de Madrid. El libretista Ramón de la Vega complicó la tarea de la imprenta debido a un defecto incorregible: nadie entendía su endemoniada letra.
El libreto. original fue conservado durante varios lustros por los descendientes de De la Vega hasta que lo perdieron en un saqueo durante la guerra civil. "Yo guardaba ese documento en mi despacho de la calle de Ronda de Atocha, junto a algunas coronas y banderas nacionales. Las tenía porque fueron parte de un homenaje tributado a mi abuelo en el teatro Apolo, a finales del siglo pasado. Fue malinterpretado y, tras el saqueo, nunca volví a encontrar el manuscrito", explica Gil de la Vega, 82 años, jubilado y columnista deportivo de Abc. En su casa de Marbella no guarda ningún disco de La verbena de la Paloma. "No me ciega la pasión", matiza.
Otro centenario
El Teatro de la Zarzuela, en plena temporada lírica, prepara el estreno de la ópera Eugenio Oneguin y no dedicará ningún homenaje al centenario de La verbena de la Paloma. Pese a este olvido, en noviembre pasado adelantó la celebración de los 100 años de la muerte del maestro Barbieri, que también se cumple hoy.Sin embargo, la llama de la zarzuela ha perdido intensidad. No faltan incondicionales que se saben al dedillo los versos y que hacen los coros a los cantantes cada vez que se representa. "Es normal que el público de las primeras filas tararee las canciones y que marque la entrada o la salida a los actores", señala Antonio Amengual, uno de los empresarios de zarzuela más antiguos. Amengual monta esta noche, por enésima vez, La verbena de la Paloma en el Centro Cultural de la Villa. Las 60 personas del reparto, entre coro, bailarines y cantantes (sin contar la orquesta) siempre están preparadas.
La afición no escasea en Madrid. Tanto es así, que la línea de información del Ayuntamiento, el 010, pone desde hace un mes música de conocidas zarzuelas durante los segundos de espera. "Son sólo 20 segundos entre mensaje y mensaje de espera, pero las ha pedido el público", señala Enrique Pozo, del departamento de Coordinación de Información. Minúsculos fragmentos de La rosa del azafrán y La Dolores pueden oírse entre las diez de la mañana y las dos de la tarde, hora punta del servicio. La cinta de La verbena de la Paloma todavía no ha llegado a esta centralita.
Aunque, en cualquier rincón de la Biblioteca Musical, en la calle del Conde Duque, 11, pueden encontrarse verdaderas curiosidades relacionadas con dicha zarzuela. Como versiones en rollos para pianola o discos de pizarra, y una partitura dedicada por el propio Bretón, con el nombre original: La verbena de la Paloma o El boticario y las chulapas y los celos mal reprimidos.
"La primera vez que vi la obra tenía 10 años. Ahora la he visto unas 15 veces", señala Joaquín Hernández Bretón, nieto del maestro. En total, son cuatro los herederos que se reparten los derechos de autor. "Varía, pero cada uno recibe unas 500.000 pesetas anuales", afirma Hernández Bretón. Gil de la Vega tiene otra versión: "No da ni para café con leche. Vivimos más bien del orgullo". Por el lado del libretista hay ocho herederos.
La verbena de la Paloma. Centro Cultural de la Villa, plaza de Colón, s/n. 22.30. Entradas agotadas.
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