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Entrevista:

"De pequeño me disfrazaba siempre de indio"

Pintor y abstracto por elección y sentimiento, este sevillano "sensible hasta la médula", nacido en 1934, se decidió por Bellas Artes tras acabar su carrera de de Derecho y se fue a París, donde descubrió las vanguardias a las que asegura "haber seguido siempre como símbolo del realismo de la sociedad contemporánea". Desde los años sesenta vive a 30 kilómetros de Madrid. Críticos y demás clasificadores quisieron encasillarlo en el pop, pues éste fue el estilo que le valió el reconocimiento internacional; pero él aclara: "Yo he cambiado toda mi vida. La gente se quedó en los setenta. Todavía hay quien viene a mi estudio pidiendo 'verdaderos gordillos' llenos de color y simpatía". Haciendo un paréntesis en su actual pintura abstracta y sombría, acaba de realizar el cartel para el Gran Baile de Máscaras del Círculo de Bellas Artes, el mayor acontecimiento del carnaval madrileño.Pregunta. ¿Qué figura a elegido para representar el carnaval?

Respuesta. Es un muñecorro que puede ser lo que uno quiera. Una máscara, una gárgola, un monstruo...

P. ¿Le gustó la idea de hacer el cartel?

R. Llevo cinco años diciendo que no. Sucumbí por cansancio y vergüenza. Cuando lo acabé, me hice la ilusión de que era bueno, pero al verlo impreso en papel, me di cuenta de que no lo es. Por otra parte, mi obra es abstracta, con lo que no se presta para hacer nada figurativo. El esfuerzo que he realizado para salir de mi estilo y dar el pego ha sido muy grande. Hay artistas, como Arroyo, incluso Tápies, para quienes pintar carteles es habitual y se les da muy. bien. .

P. Su cartel es de colores rojos y rosas. ¿Es ése el color del carnaval?

R. Yo deseaba, hacer algo que se viera. Mi obra actualmente no tiene color. La pasión y la alegría las veo con colores fuertes. Para mí el carnaval es lúdico, juguetón, erótico.

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P. El carnaval, ¿le gusta?, ¿lo ha vivido?

R. El carnaval se perdió con Franco. Ahora lo que hay son reciclajes de aquello. Se ha disipado su naturaleza popular, el sentido verdadero del carnaval y de la cuaresma. Ahora se hace una cabalgata que paga el Ayuntamiento y fuerza la situación. Cuando era pequeño me disfrazaba siempre de indio. En el carnaval me producen curiosidad los travestidos.

P. ¿Cuál es el mayor placer de un pintor?

R. El mayor placer que se puede alcanzar en la vida es un buen acuerdo del placer con la realidad. La obra del artista debe comunicar, y, por ello, debe pactar con la realidad. Ese pacto es la base de su estilo.

P. ¿Cuándo llegó usted a Madrid?

R. A principios de los sesenta. Nunca supe por qué ni cuándo tomé tal decisión. Durante mucho tiempo odié Madrid. Me sentía sevillano. Madrid me era hostil, la identificaba con el franquismo, tardé casi diez años en cambiar y tomarle cariño.

P. ¿Se siente ahora madrileño?

R. Sí. Madrid es como mi pueblo. No depende de las casas ni del suelo. Ahora Sevilla me resulta lejana, es literatura. Cuando llegué de Sevilla era sentimentalmente del Betis, y a los pocos años de estar en Madrid, me hice del Madrid. Y odio al Barcelona.

P. ¿Qué le inspira Madrid?

R. A nivel pictórico no veo Madrid. No necesito pintarla. El Retiro me gusta, pero eso es turismo. Lo que me encanta es callejear, ya sea por Carabanchel, Vallecas o el paseo de Recoletos... Sentarme en un café y observar a la gente.

P. ¿Qué le dice el Museo del Prado?

R. Cuando me quedo colgado me voy al Prado. Para mí el Prado es un sentimiento; lo importante es lo eclesial del museo, el respeto casi sagrado a siglos de historia que encierra.

P. ¿Qué le gusta de Madrid que no tengan otras ciudades?

R. El aspecto garbancero que se respira por las calles, como de cocido madrileño. Lo alimenticio que hay por la calle, cercano a lo ordinario, pero cariñoso y cálido. La parte humana de Madrid.

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