Invasión angelical en Estados Unidos
La mayoría de los norteamericanos cree en la existencia de los alados agentes de la divinidad
Algunos días, días que coinciden con reuniones complicadas o con situaciones de especial tensión, es fácil ver un curioso pin en la solapa del traje de chaqueta de Hillary Rodham Clinton: unas pequeñas alas doradas, "alas de ángel", explicó ella misma una vez sin ningún reparo. La primera dama no es ajena a una de las modas de esta sociedad, en la que las manifestaciones más rotundas de materialismo se dan la mano con declaraciones públicas de espiritualidad que producirían rubor en la cínica y descreída Europa: los ángeles baten sus alas sobre Estados Unidos, y los norteamericanos creen en ellos.La revolución angelical tuvo hace años un prólogo importante: el libro Ángeles: los agentes secretos de Dios, del evangelista Billy Graham, vendió 2,6 millones de ejemplares. La tendencia reciente, sin embargo, arrancó hace meses con el éxito absoluto en Broadway de la obra de teatro Angels in America, de Tony Kushner, que ganó el Pulitzer. Angels in America sitúa a un alado mensajero de la divinidad ante la catástrofe bíblica contemporánea, el sida. Su éxito abrió el camino y conformó el molde del fenómeno: ángeles en artículos de prensa, ángeles en talk shows de televisión, y más libros de ángeles, agrupados en mostradores especiales de las librerías, entre los últimos estudios sobre el asesinato de Kennedy y los best-seller literarios. A continuación, el merchandising, siempre al acecho, no descuidó el aprovisionamiento de angelitos en todas las tiendas, algo que en cualquier caso siempre ocurre en las largas campañas navideñas.
Por fin, en diciembre llegó la confirmación oficial, que en este país -como en casi todos- se llama encuesta: el 69% de los norteamericanos cree en la existencia de los ángeles, según un sondeo encargado por la revista Time, que dedicaba su portada a la buena nueva. Sobre un retrato angelical pintado en 1889, Time titulaba 'La nueva era de los ángeles' y, tras destacar el dato estadístico, no se resistía a añadir: "Por todos los cielos, ¿qué está pasando?". Además de tratar de explicarlo y de relatar lo que piensan de ello -con mayor o menor entusiasmo según los casos- dirigentes eclesiásticos y teólogos, la revista reproducía el testimonio de una mujer que asegura que la visita a su casa de un ángel -un hombre alto, negro, con ojos azul oscuro, que dijo llamarse Thomas- le curó un cáncer de útero, ante la perplejidad de sus médicos, que estaban a punto de operarla y tuvieron que suspender la intervención. Un 32% de personas, recuerda el sondeo, ha sentido personalmente, en algún momento de su vida, la presencia de los ángeles. Un 46% cree tener su propio ángel de la guarda.
La invasión angelical no es la única manifestación de religiosidad que resurge en la sociedad norteamericana. El pasado 26 de diciembre, The New York Times dedicaba un largo artículo al fenómeno de la asistencia masiva a los servicios religiosos por parte de los baby boomers, los nacidos entre 1946 y 1962: La generación que abandonó las iglesias vuelve a ellas de la mano de sus hijos, era el explícito título del reportaje, que daba algunas claves para explicar el retorno a los templos: necesidad de criterios morales en una sociedad cada vez más descarnada, refuerzo de los valores éticos en la educación o, simplemente, no privar a los hijos -por nostalgia, por sentimiento de culpabilidad- del contacto con la religión que la mayoría tuvo en su niñez. También en la semana de Navidad, The Wall Street Journal, la biblia cotidiana del capitalismo, llevaba a su portada la noticia del desbordante éxito de los cursos de teología en universidades y centros de enseñanza.
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