"Sin cultura en la calle, Madrid se muere"
Es un cuentacuentos con síndrome de Peter Punk: por la rebeldía, a la vida eterna. Con su primera película, Alas de mariposa -varios premios Goya y Concha de Oro en el festival de San Sebastián-, hasta el espectador más impaciente se quedaba pegado a la butaca, enreda do en los títulos de crédito. Juanma Bajo Ulloa, nacido en Vitoria hace 26 años, ya le ha visto al éxito las dos caras. Una, seguir ha ciendo cine para calmar, al tiempo que estimula, su incurable necesidad de contar historias. Otra, comprobar con desencanto que un premio valorado en ecus es una pedantería, sobre todo cuando no se cobra. Si en Alas de mariposa una niña asesina por celos a su hermanito, este cuento gótico, premio a la mejor dirección en Montreal, se llama, nada menos, La madre muertaPregunta. Y su familia, su madre concretamente, ¿qué opina de su cine?
Respuesta. No sólo ve con gusto mis películas, sino que trabaja en ellas, aunque jamás dejo que lea los guiones. Como es mi madre, mis películas le parecen las mejores y pelea por ellas.
P. La madre muerta se estrenó en la cárcel de Nanclares de Oca, Vitoria, antes que en ninguna sala comercial.
R. Sí, y las cosas que dijeron me han sorprendido más que la mayoría de las críticas y comentarios. Si no llegó antes a Madrid fue porque teníamos muchas ganas de estrenar, y era más fácil controlar las salas importantes del País Vasco. Aquí nos teníamos que pegar con Clint Eastwood, Aladino, Spielberg y el Fugitivo.
P. ¿Recuerda su primera visita a Madrid?
R. Sí, vine con mis padres y me sorprendieron muchísimo las marquesinas de los cines, grandes, con esos carteles enormes. Debía tener 10 años, y vimos El hombre que pudo reinar. Me encantó.
P. Y ahora Madrid, ¿es plaza conquistada?
R. Si la conquista significa que por fin se conoce mi trabajo, quizá. Pero ni aquí, ni en Vitoria, Bilbao o San Sebastián he cambiado de ambiente. No soy un famoso al que agobian por la calle. La primera vez Madrid me pareció imposible. Con el tiempo, caótica. Mis amigos dicen que está peor.
P. ¿Sí? A ver, cuente, cuente.
R. Yo lo sigo pasando muy bien, pero tengo la impresión de que la calle está un poco muerta. Vas por la plaza del Dos de Mayo y ya no hay gente tocando la guitarra o fumándose unos porros tranquilamente. Pero me gusta, paso muchas noches de jau pasa (en castellano, de juerga, sin dormir).
P. ¿Prefirió rodar La madre muerta en Vitoria?
R. Era más sencillo y más barato. Podía ver mejor esos lugares góticos, la luz, la lluvia, el ambiente invernal que necesitaba. Madrid tiene muchísimas posibilidades, pero es más difícil rodar.
P. ¿En qué sentido?
R. En Vitoria, en la calle, al oír ¡silencio!, 200 personas y ni una palabra. Según cuentan, aquí la gente es capaz de ponerse a cantar por las ventanas.
P. Su interés por la música es evidente en sus proyectos.
R. Quiero contar una historia de rock and roll como nunca se ha hecho. Con un músico joven, rebelde, una banda. Un ambiente donde habrá muertes, drogas, admiradoras que tiran el sujetador al oír un solo de guitarra. Nada que ver con The Doors o Los Commítmens.
P. Para llegar a viejo, rebeldía. Para la inspiración, buenas resacas.
R. Cuando se es joven hay que ser rebelde y radical. Estar muy loco, decir muchas chorradas, hacer barbaridades y equivocarse. Y desde que bebo buen whisky, mis resacas han mejorado bastante.
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