Leguina propone limitar los mandatos de la cúpula del PSOE

El presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, se declaró ayer partidario de limitar el tiempo de permanencia en la secretaría general y en los restantes órganos de dirección del PSOE. Sin embargo, precisó que no sería conveniente que esa norma afecte a Felipe González, porque "juega un papel de secretario general que debe seguir manteniendo".Leguina, no obstante, duda sobre la conveniencia de que la limitación de mandatos deba ser incluida en los estatutos del partido y se mostró partidario de que llegue a un acuerdo tácito para ello. "El buen sentido debe llevar a algunos a no estar tanto tiempo en los mismos cargos", dijo.

El dirigente del PSOE, que participó anoche en un acto convocado por el sector renovador de la Federación Socialista Madrileña (FSM) que reunió a 200 personas en un hotel de la capital, pidió a los actuales y futuros dirigentes del PSOE que promuevan el pluralismo y la lealtad para, entre otras cosas, acabar con el sectarismo y el clientelismo. Este destacado renovador defendió que el próximo congreso federal del PSOE, convocado para marzo, dé ejemplo de "impulso democrático". Por ello apostó por el voto directo y secreto de los compromisarios.

Leguina reprochó a los redactores de la ponencia marco del congreso que hayan presentado como hecho cierto que "no hay mapas" para transitar en estos tiempos de cambio e incertidumbre. "Hay unos principios, libertad y solidaridad, y un destino claro al que quieren llegar los socialistas", dijo.

Este relevante miembro de la FSM prefirió acuñar el término "desarrollo" al de "competitividad", y reclamó a los poderes públicos que vuelquen su atención hacia la economía real, y diseñen un nuevo sistema de organización del trabajo, e incluso de su reparto. Desde la aceptación de que es necesario cambiar el sistema de financiación de la protección social, Leguina reclamó beligerancia contra el fraude fiscal y en el cobro de prestaciones. Además argumentó que el Estado de bienestar no debe estar basado en una ficción sino en la solidaridad, el trabajo, la austeridad y la decencia.

"Se ha acabado por asumir una falacia: si algo no funciona bien en nuestra sociedad, mejor no criticarlo porque de una u otra manera pudiera verse en ello una crítica al Gobierno. Un lenguaje que suele contener, convenientemente adobadas, demagogias junto a versiones idílicas de la realidad", proclamó.