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La pesadilla que conmovió a Francia

El 11 de mayo de 1993, un desconocido hizo detonar un explosivo en un estacionamiento parisiense y dejó un comunicado firmado con las iniciales HB, en el que anunciaba para las próximas fechas una nueva acción "que haría temblar a toda Francia".La acción llegó al poco. Eran las 9.30 horas del 14 de mayo. La guardería infantil Commandant Charcot, del rico barrio parisiense de Neuilly, iniciaba su jornada. El mismo desconocido, un hombre resuelto de unos cuarenta años de edad, se adentró en el aula regentada por Laurence Dreyfus, una joven maestra que iniciaba su trabajo con una veintena de niños y niñas de tres y cuatro años.

El hombre mostró un revólver repleto de balas y 21 cartuchos de dinamita anudados a su pecho. Inmediatamente haría saber a la maestra su propósito: secuestrar a los niños hasta obtener un botín de 2.200 millones de pesetas con el que poder huir. La previsión del secuestrador era cierta: Francia entera se estremecló.

La escuela fue desalojada. A solas quedó el aula con el secuestrador, la maestra y sus veinte niños. Dulcemente, Laurence Dreyfus les explicó que acababa de comenzar un juego. Los niños siguieron el juego.

Bomba humana

A medida que transcurrían las horas, la angustia de los padres, de toda Francia, crecía; el captor, del que comenzaban a conocerse detalles, se mostraba paulatinamente más impaciente. Se trataba de Eric Schimitt, de 42 años, nacido en Argelia, un "hombre frío, decidido y muy peligroso", según los psiquiatras de la policía francesa. Las iniciales HB correspondían al acrónimo de Húman Bomb, la Bomba Humana.

Consintió en dejar salir a 14 pequeños. Ante el resto de las secuestradas fingió seguir el juego ideado por Dreyftís. El fiscal de la República se ofreció a ser canjeado. Schimitt no se avino a la oferta. Cayó la noche y el desconsuelo.

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Eran las 7.30 de la mañana del sábado 15 de mayo. Dos miembros de los comandos de la Policía entraron a la clase. Uno cubrió a las niñas. Otro se acercó al secuestrador y le disparó tres tiros a la cabeza. El alivio sustituyó a las lágrimas de miles de franceses. La maestra fue galardonada con la Legión de Honor. Schimitt fue enterrado en una fosa común.

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