_
_
_
_
_
COMPETICIONES EUROPEAS DE FÚTBOL

La grandeza, pese a todo

El Tenerife desbordó al Juventus, pero pagó su derrota en el partido de ida

La gesta fue posible en Tenerife. No se concretó por la fortuna del Juventus, un equipo que nunca estuvo a la altura de su prestigio. Con un fútbol miserable, el equipo italiano sobrevivió a duras penas ante el Tenerife, que firmó un partido impresionante, lleno de excitación y juego. Buscó su gran sueño hasta el final, incluso cuando Möller hizo imposible la proeza. En la memoria quedará el recuerdo del encuentro por encima del resultado.El Tenerife entró a la cancha cargado de adrenalina, con un pie en el cielo y otro en la tierra. El cielo lo quería para soñar con la proeza. Estaba frente a la Juve, el equipo que lo ha ganado todo, lleno de títulos y tradición, representante de una escuela que sólo vive para los resultados. Y este equipo llegaba resguardado por los tres goles de Turín, la clase de botín que el Juventus no ha desperdiciado nunca. Valdano, que sabe algo de contravenir la historia, manejó todos los resortes que convierten un partido en una apuesta fascinante para los jugadores y los aficionados. El Tenerife también se metió en la parte terrenal del encuentro: la concentración, la tensión para mantener el orden.

Los dos equipos fueron fieles a su estilo. El Juventus se encerró en su campo, sin mirar que tenía una ventaja considerable y que se medía con un adversario novato, con la falta de historia que le sobra al club italiano. Pero el Juventus juega sin grandeza.

El equipo de Valdano estuvo a la altura de la ocasión. Dejó en el armario su desconfianza última, los problemas de un conjunto que vive sometido a grandes exigencias. Esta vez salió el grupo ambicioso y ejemplar, el mismo que ha protagonizado algunas de las tardes más intensas del fútbol español en las últimas temporadas. El Tenerife jugó encendido, pero nunca abandonó sus armas más queridas: el toque, las combinaciones constantes, el juego en el campo contrario.

El único pelotazo vino en la jugada inicial. Era un aviso para navegantes, la declaración de principios de un equipo que estaba dispuesto a jugar en el área contraria. Desde ahí, el Tenerife buscó la pelota, la jugó, buscó con determinación las fisuras que el Juventus se negaba a conceder. Pero existían. El Juventus también tiene flaquezas. La densidad de defensores no le garantizó nunca la seguridad.

El gol de Aguilera alimentó la esperanza y confirmó algunas debilidades impensables en su adversario. Tantos defensas para nada. Dirigidos por Redondo, que jugó al límite de la motivación, el Tenerife encontró vías para penetrar y jugar. Y también encontró fórmulas para desactivar el contragolpe del Juventus. Desbordado y sin recursos, el Juventus sólo traspasó tres veces la raya central en la segunda parte. El gol de Möller sólo fue una anécdota. Para entonces, el Tenerife había convertido a su célebre rival en un equipo demasiado humano. En una segunda parte inolvidable se agenció media docena de oportunidades. El gol era posible, pero los minutos consumieron el sueño. Y entonces llegó el tanto de Móller. Pero ni entonces cedió la ambición del Tenerife.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_