Gracias, Juanma Iturriaga

Por eso siempre me ha gustado que se firmen con nombre y apellidos los artículos de los periódicos, porque puedo agradecerle a una persona concreta lo que ha dicho. Te doy las gracias, Juanma, porque el mismo día que publicabas tu columna (EL PAÍS del 10 de noviembre) sobre las injustas muertes de 15 jóvenes en la carretera yo estaba hablando de lo mismo. El mundo está al revés. La gente se empeña en jugar a la ruleta rusa con su vida, conduciendo bebidos, haciendo el amor sin preservativo, idiotizando sus cerebros por un exceso de televisión, buscando ser valiente huyendo del mundo con las drogas.

Pero ser valiente, asumir los riesgos, superar los propios retos no es eso; eso, ese riesgo de un mal entendido vivir deprisa, es tan sólo un macabro baile con la muerte, un coqueteo sin sentido con el dolor, la desolación y el miedo. Hay miles de modos de asumir los riesgos y de vivir en el filo de lo imposible. No hace falta ser un inconsciente o un irresponsable, tan sólo hace falta romper las normas que son absurdas, no dejarse comer el pensamiento propio, atreverse a utilizar la franqueza para amar y odiar, para vivir, si quieres que lo resuma en una palabra. Gracias, Juanma, porque reconforta en esta especie de sintonía sin espacio ni tiempo saber que hay alguien que desde algún lugar va en tu mismo sentido y piensa un mundo que no se empeña en coquetear con la muerte, sino que se afana por disfrutar de la alegría de estar vivo.-