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Ros consigue en Pinto ser el mejor tenista español en silla de ruedas

El tenista catalán Jordi Ros se proclamó ayer en Pinto, por segundo año consecutivo, campeón de España de tenis en silla de ruedas. Ros, de 22 años, ganó en el último partido a Víctor García por 6-0 y 6-2. Este deportista también hizo doblete al proclamarse campeón en la categoría de dobles haciendo pareja con Albert Bofill.Ros sufrió hace tres años y medio el accidente que le obliga a desplazarse en silla de ruedas. Ya jugaba al tenis con anterioridad y recuerda que cuando le propusieron continuar con su afición tras el accidente le "pareció imposible".

Se perdió el primer campeonato por una lesión y ha ganado los otros dos en doble e individual. En el celebrado en Pinto no ha perdido un solo set. Según Jordi, que en noviembre disputará un torneo en Austria, "Ias cosas cambian mucho fuera; el nivel es muy superior".

Invento norteamericano

El tenis en silla de ruedas nació en Estados Unidos gracias a Brad Parks, un deportista parapléjico que probó varios deportes antes de decidirse por el tenis en silla. Así, en 1979 se celebró el primer torneo. En el año 1982 se introdujo en Europa.

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Los deportistas persiguen cada bola con tesón, chillan y lanzan la raqueta al aire tras un mal golpe como los profesionales, e incluso intercambian miradas a hurtadillas con el rival en los descansos mientras consumen bebidas isotónicas. En suma, corren a muerte por cada punto aunque no puedan andar.

Trece deportistas minusválidos participaron en el Tercer Campeonato de España, que se celebró en Pinto desde el sábado hasta ayer. Según Juan Carlos Fernández, profesor de educación especial y organizador, "Ias reglas son idénticas a las del tenis clásico, con la salvedad de que la pelota puede botar dos veces, el jugador pierde un punto si la bola le toca a él o a su silla y está prohibido pisar la línea de saque con las ruedas traseras".

Los accidentes de moto y automóvil son los responsables de que estos deportistas hayan llegado a las sillas de ruedas. Todos son deportistas aficionados y únicamente los privilegiados tienen detrás patrocinadores, especialmente a la ONCE.

El campeonato apenas consiguió reunir a dos docenas de espectadores en las gradas, a pesar de se pegaron carteles por todo el pueblo. La insistente megafonía -"¡Cómo manejan la silla, cómo mueven la mano!", decían- con la que se pretendía motivar a los ciudadanos apenas tuvo efecto. "Menos mal que hay eco y los aplausos resuenan mucho", comentó resignado un portero del pabellón.

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