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FÓRMULA 1

Ecclestone propugna una revolución en busca del interés

Bernie Ecclestone lleva tiempo preocupado porque su mejor negocio está en declive. La fórmula 1 está herida, lucha por sobrevivir. Y el hombre que la reinventó y la convirtió en una impresionante fuente de ingresos sabe que tiene que cambiar muchas cosas para recuperar el interés. Para empezar, intenta lavar la imagen de espectáculo escaso y polémico. Por eso, junto con la Federación Internacional del Automóvil (FIA), ya tiene preparada una revolución que quedará concretada el próximo miércoles en la reunión del Consejo Mundial de la FIA en París.Las dos últimas temporadas, de competición insulsa y desequilibrada, han provocado el descenso de las audiencias. Aunque Ecclestone afirma lo contrario. "En los últimos dos años, hemos aumentado el 10% nuestra audiencia televisiva", dice, pero no convence a casi nadie.

El público le está dando la espalda a la F-1 porque no encuentra alicientes. El dominio avasallador de la escudería Williams-Renault ha sido fatal. Sin embargo, Ecclestone opina que siempre ha sido así, que jamás ha existido una igualdad de siete u ocho coches peleando por el triunfo hasta la última vuelta. Algo que sí ofrecen otras especialidades como el motociclísmo o la fórmula Indy.

En cualquier caso, la FIA se dispone a aprobar el nuevo reglamento, esperado como la solución a todos los males. El gran objetivo es la prohibición de los últimos avances tecnológicos, que disminuyen el papel del piloto. Los expertos creen que recuperarán el interés sí devuelven el protagonismo al factor humano.

El único sistema electrónico que puede sobrevivir es el cambio semiautomático. Todos los demás están condenados a muerte. En 1994 no habrá suspensiones activas, frenos ABS ni sistemas antipatinaje. Además, Ecclestone tiene otras ideas que podrían aplicarse a partir de la próxima temporada: recuperar los repostajes obligatorios, incluir un pace-car al estilo de la fórmula Indy y también reducir la potencia de los frenos.

Sólo hay una cuestión contra la que ni siquiera Ecclestone puede luchar: la fuga de sus estrellas. Sin los dos últimos campeones, el británico Nigel Mansell y el francés Alain Prost, la última leyenda que le queda es el brasileño Ayrton Senna. Éste ha expresado una de las propuestas de los pilotos: eliminar las sesiones del viernes y dejar los grandes premios en dos días.

Todas las medidas tienen una tesis común: bajar los costes para facilitar la igualdad entre los equipos y, por tanto, mejorar el espectáculo. Parece algo más fácil de plantear que de ejecutar, y no está garantizado que una escudería no pueda volver a arrasar a las demás. Por no hablar del coste de adaptar los coches a un reglamento tan diferente. Otras cuestiones pendientes de debate son la limitación del número de motores y del número de personas que pueden trabajar en cada monoplaza.

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