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Colgados de las botas de Maradona

Argentina recurre a su astro para poder clasificarse para el Mundial de EE UU 94

Todo el fútbol argentino ha vuelto a colgarse de las botas de Maradona. A sólo un mes de cumplir 33 años, el pobre Pelusa debe cargarse nuevamente sobre los hombros a un equipo que juega su permanencia en Primera División, una selección nacional que viene de sufrir una de las dos derrotas más humillantes de su historia y un país abrumado por una política económica salvaje. Las barras bravas que le aclaman en todos los campos le sacrificarían si fuera necesario para que Argentina consiga un sitio en la próxima Copa del Mundo.En la ciudad de Rosario, situada unos 380 kilómetros al norte de Buenos Aires, donde reside transitoriamente desde que fichó finalmente para el Newell's, un Maradona sudoroso y agitado responde con sonrisas y declaraciones prudentes a la desmesurada expectativa que los exprimidores del negocio han creado alrededor de su regreso.

La cadena de televisión que tiene los derechos para la retransmisión exclusiva del partido debú de Maradona con el NeweIls -un encuentro amistoso frente al Emelec de Ecuador, a disputarse el próximo jueves 7 de octubre- hace ya una semana que anuncia el programa especial con una secuencia de imágenes y sonido que permite al espectador imaginar ahora cómo se hubiera promocionado la resurrección de Jesús de haber existido la televisión en aquellos tiempos.

El orgulloso entrenador de la selección nacional, Alfio Basile, que se había negado a convocar a Maradona para disputar la eliminatoria, ha tenido que viajar el sábado a Rosario para ponerse a disposición del jugador. Como en el Newell's, la preparación de la selección se ajustará a las necesidades fisicas de Maradona.

Ese estado de depresión contenida que se le nota a Basile en sus ojeras y en el tono de la voz, es el de todo el fútbol argentino. La ilusión de ganarle a Australia para dejar atrás la derrota como el resultado de una mala noche es el barquito de papel al que han trepado demasiados náufragos. Entre ellos, Maradona, que también desea superar su propia mala noche, sus peores recuerdos, y ahora debe nadar hacia la orilla con millones de desesperados colgados de sus piernas.

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