Regreso al pasado
Los socialistas pretenden ahora cambiar el modelo de partido que les ha servido desde 1979, fecha en la que cambiaron radicalmente el esquema anterior después de que el secretario general, Felipe González, no se presentara a la reelección del cargo al prever que quedaba en minoría en torno a la cuestión del abandono del marxismo que propugnaba.Hasta entonces, el sistema era "un hombre, un voto". Dirigentes del PSOE que fueron protagonistas en esa jornada, "en la que hubo muchas lágrimas", cuando González dejó claro que no estaría al frente de un partido que rechazaba algo que consideraba esencial, señalan que a partir de entonces se eliminó ese sistema de votación universal porque produjo "el caos". A partir de entonces empezó a funcionar la votación por cabeza de delegación. Vino otro problema: la marginación de las minorías.
Una conferencia de organización celebrada en 1983 intentó paliar el problema con la aprobación de las corrientes de opinión, en realidad "la corriente" de opinión llamada Izquierda Socialista, liderada por Pablo Castellano, Alonso Puerta, Luis Gómez Llorente, Francisco Bustelo -hoy fuera o alejados del partido- y otros que todavía permanecen activos como García Santesmases, Manuel de la Rocha, Néstor Padrón y Vicen Garcés.
Marginación del disidente
De manera descarnada, antiguos dirigentes socialistas describen cuál ha sido el modelo: "Existe un líder carismático y un vicelíder que se encarga de la adhesión al proyecto, el cual es moldeable por el líder y cuyas variaciones el segundo impone con ayuda de un aparato férreo. Los discrepantes quedan apartados".Para miembros de Izquierda Socialista, la corriente en realidad es un gueto que no se integra en la mayoría, sino que es marginado. El resquemor del ala izquierda del PSOE viene por el hecho de que los renovadores, en sus textos, no hablan de corrientes, sino de articulación de la pluralidad", una vez que éstos quieren formar "una nueva mayoría".
Estos dirigentes creen vivir una paradoja al verse en la obligación de defender a los guerristas, de quienes se consideran víctimas. El hecho es que, por coherencia con sus principios, discrepan de que se les quiera marginar y, aunque apoyan los aires renovadores de otros compañeros, se opondrán con sus escasas fuerzas numéricas a que se repita el modelo de exclusión.
Respecto a las exclusiones, Carmen García Bloise, miembro de la ejecutiva, pide que "se deje en paz a Alfonso Guerra". El vicesecretario puede desempeñar un papel importante "buscando salidas de futuro, como estudioso", informa Europa Press.
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