CC OO y UGT dan a los obispos su diagnóstico de la crisis

La nueva cúpula de la Conferencia Episcopal Española recibió ayer la primera clase sobre la crisis socioeconómica española, versión sindical. El presidente Elías Yanes, arzobispo de Zaragoza, y el secretario general del episcopado, José Sánchez, titular de Sigüenza-Guadalajara, es cucharon el diagnóstico y posición de UGT y de CC OO ante la crisis de boca de sus máximos dirigentes, Nicolás Redondo y Antonio Gutiérrez, respectivamente. Los prelados tienen intención de recabar también la opinión de la patronal, por lo que han expresado su voluntad de reunirse con José María Cuevas, presidente de la CEOE.

La reunión se celebró en el Instituto Sindical de Estudios, de Madrid, duró aproximadamente dos horas y concluyó al filo del mediodía. Además de Gutiérrez y Redondo, asistieron Apolinar Rodríguez y José María Zufiaur, ambos de la ejecutiva de UGT, y Salce Elvira y José María Fidalgo, de la dirección de CC OO. Acompañaron a Yanes y Sánchez el obispo de Teruel-Albarracín, Antonio Algora, que dirige la subcomisión episcopal de Pastoral Obrera, y Antonio Cartagena, secretarlo de este organismo.

Realidad laboral

"Nuestra intención no es otra que la de informarnos directamente de la realidad laboral a través de algunos de sus mejores conocedores, pues los obispos no somos expertos en materias sociales ni económicas", había declarado Sánchez, obispo secretario sobre la reunión con los sindicatos.

El encuentro, que se enmarca en la ronda de entrevistas que la nueva cúpula episcopal pretende mantener para establecer un diálogo permanente con la sociedad, sirvió para que los obispos, además de recibir información de primera mano, transmitieran a los sindicalistas su deseo de que los agentes sociales no ignoren y aborden, desde el diálogo, una salida negociada a la crisis, según fuentes próximas al episcopado.

Los prelados, conscientes de que el encuentro se ha producido en un contexto de negociación política y social para alcanzar un pacto por el empleo, no transmitieron a los sindicalistas ningún consejo o posición que pudiera interpretarse como una interferencia, según las mismas fuentes.