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Olazabal, sexto en las puestas de Sandwich

El inglés Nick Faldo encabeza (6 a 1) las apuestas de la 122a edición del Open Británico de golf, que se disputa de hoy al domingo (Canal +) en el club Royal Saint George's, en Sandwich. Le siguen el zimbabuense Nick Price y el estadounidense Payne Stewart (10 a 1). José María Olazábal (18 a 1), el primer español, sólo es el sexto. Severiano Ballesteros está relegado (66 a 1), pero, pese a su crisis, trata de animarse: "La esperanza es lo último que se pierde". A orillas del mar y con un tiempo lluvioso, el viento será "el factor decisivo", según Faldo, que predice que el líder firmará una tarjeta superior al par del campo: 280 golpes.

Cuando se impuso en el Masters de Augusta de 1988, al escocés Sandy Lyle se le preguntó por la diferencia fundamental entre ese título y el del Open que había alcanzado en 1985 en su visita anterior al escenario actual. "Alrededor de 140 años", se apresuró a responder. Se equivocó en apariencia porque median 74, de 1860 a 1934 , entre ambos. En el fondo, sin embargo, atinó. El British es el British, el decano de los cuatro torneos del Grand Slam, el de más solera. Incluso es calificado como el de más prestigio por la mayoría de los golfistas norteamericanos, a cuyo país pertenecen los otros tres. Fred Couples, el ganador del Masters de 1992, lo ratifica: "Es mi favorito". Tom Watson, que se lo anotó en 1975, 1977, 1980, 1982 y 1983, continúa "enamorado" de sus links, de sus recorridos costeros.Esta circunstancia supone, eso sí, una dificultad añadida para cuantos fijan su norte en esta competición. El viento suele hacer de las suyas y en estos días encapotados sopla con fuerza y cambia a menudo de dirección. "Uno puede efectuar un lanzamiento con el hierro-4 y comprobar con rabia que el correcto habría sido el 7 [menos potente] o a la inversa", reflexiona Watson. Faldo, el tricampeón de 1987, 1990 y 1992 y que aspira a deshacer su empate con Ballesteros a cinco triunfos grandes, se atreve a sentenciar: "La ventolera será el factor decisivo. Bernhard Langer [alemán], capaz de jugar elevando muy poco la pelota, contará por ello con una relativa ventaja, pero también puede surgir la sorpresa".

Langer, que ha repetido en 1993 su éxito de 1.985 en el Masters, no se da por aludido para no sentirse presionado. Todavía le molesta su lesión en el cuello y no las tiene todas consigo. De entrada, ha preferido atender sus características prácticas cristianas y el lunes asistió a una reunión al efecto en el cercano castillo de Dover. El hombre que ha anunciado su intención de dedicarse a actividades misioneras cuando cuelgue su bolsa de palos pregona siempre que "Dios y la familia son lo más importante". No es que Price no sea piadoso, pero a él sí que le absorbe el golf. Se halla en su mejor momento y quiere "asir" lo que rozó en 1982 ante Watson y 1988 frente a Ballesteros. Emparejado con él en las cotizaciones, Stewart sólo se preocupa de desmentir que sea "tan grave" el problema cardiaco que se le ha detectado, ya que ha habido quien le ha presagiado el trasplante como algo imprescindible.

De los españoles, Olazábal es el único que cuenta en principio. Con 18 a 1, le preceden, además de Faldo, Price y Stewart, Langer (12 a 1) y el australiano Greg Norman (14 a 1) mientras que tras él andan los norteamericanos Couples y Paul Azinger (20 a 1); Lyle, el galés lan Woosnam y el igualmente, australiano Craig Parry (28 a 1), y, a lo lejos, Ballesteros (66 a 1). "No habrá que precipitarse", se aconseja Olazábal, el tercero en 1992 y que ha disipado algunas de sus dudas con su segunda plaza, forzando a Faldo al desempate, en la reciente cita irlandesa. "La esperanza es lo último que se pierde", se dice a sí mismo Ballesteros, que ha procurado restringir el contacto con los periodistas y hasta ha eludido la protocolaria conferencia en la Sala de Prensa porque se siente harto de dar explicaciones ("he perdido la confianza", resume) por su mal juego.

A los demás, José Rivero y Miguel Ángel Jiménez, clasificados por derecho propio, y Manuel Piñero y José Carriles, los favorecidos por la eliminatoria final (esquiva, entre otros, para José María Cañizares, Miguel Angel Martín y Santiago Luna), ni los consideran los apostadores. Conste, no obstante, que Rivero fue aquí el tercero en 1985 y que los golfistas acostumbran a conjurarse con sus buenos recuerdos.

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