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Skibby sorprende a los 'sprinters'

Luis Gómez

El danés Jesper Skibby es un furtivo. Su especialidad es cazar etapas. En tina maniobra precisa hurtó el sprint a los grandes velocistas. Fue la suya una victoria técnicamente impecable. Cipollini usó mal la calculadora y perdió el liderato en favor de Nelissen. Podría deducirse del resultado final de la etapa de ayer que los sprinters imponen su ley. No es del todo cierto. La ley la sigue dictando el Banesto. 0 Induráin junto con Echávarri. Si Banesto y ONCE no hubiesen tomado la decisión de ponerse al mando del pelotón, el público habría asistido al éxito de una escapada.Hay un sector de aficionados que encuentran aburridos los finales en masa. Aparentemente, no sucede: nada. Van todos juntos muy deprisa y ganan los más dotados en la suerte del sprint. Otro gallo cantaría si Nelissen fuera asturiano y Cipollini de La Rioja. Si Cipollini, además de bello, fuera riojano, tendría al español medio con el corazón en el puño a la espera del último kilómetro. Y que nadie se mueva, que nadie salte del grupo. Imagen por imagen, no hay demasiada diferencia: o la foto fija del pelotón agrupado o la foto fija del escapado en solitario. Italianos y belgas disfrutaron ayer del espectáculo. Cipollini y Nelissen son suyos. Pero Skibby los dejó con un palmo de narices.

Skibby demostró un buen conocimiento del terreno. El Tour era una oportunidad para congraciarse con una temporada aciaga, que le obligó a estar inactivo durante cuatro meses como consecuencia de un fuerte golpe en la cabeza durante la Tirreno-Adriático. Un breve repecho en el último kilómetro es un pequeño detalle que no suele constar en los libros de ruta. Alguien le tuvo que decir cómo se las gastaba el recorrido final. No es de extrañar que, sobre aviso, diese un salto justo cuando el pelotón sufrió una brusca desaceleración. Skibby arañó los metros suficientes para hacerse inalcanzable. Cipollini y compañía llegaron tarde.

La etapa, sin embargo, cambió de líder. Cipollini y Nelissen combatieron por cuantas bonificaciones regalaba. El italiano ganó por dos veces la partida al belga (12 segundos por ocho), pero perdió la mayor y el segundo puesto en la etapa le sirvió a Nelissen para sumar 12 en su cuenta. El balance favoreció al belga, que regresa al liderato con dos segundos de ventaja. Hoy le toca responder al italiano.

El dominio de los sprinters tuvo un pero: sus equipos no se impusieron en el pelotón. Del desenlace tienen la culpa en buena parte tanto el Banesto como el ONCE. A media jornada, pusieron manos a la obra para desarticular una escapada de 13 corredores que iba camino del éxito. Se habían colado todo tipo de personajes, desde Abduyapárov hasta Fignon, y una buena parte caminaba con la idea de asaltar el maillot amarillo. El pelotón se hizo sensible a los nervios y prodigaron los saltos. Demasiado cachondeo. Cipollini estaba demasiado pendiente de disfrutar de sus privilegios de líder antes que de mirar por el buen orden de la carrera.

El trabajo de los dos principales equipos españoles obré el efecto deseado y la escapada en cuestión quedó bajo control. El grupo fue perdiendo cohesión y algunos elementos se rindieron incondicionalmente. Fue el caso de Fignon, que anduvo sabio a falta de 30 kilómetros y poco menos que dio media vuelta: el pelotón circulaba en quinta velocidad.

Tres etapas restan como las de estos días. Puertos anecdóticos, bonificaciones para rapiñar y quizás algo de mal tiempo. El Tour se aproxima al primer chequeo entre los favoritos. Pero no hay rutina: son muchos los que están cerca de dar por terminado buena parte de su trabajo. Cada una de esas tres victorias es una oportunidad para justificar un buen contrato. Pregúntenle a Skibby, que curé cuatro meses en paro con el éxito de ayer. Lo que resta significa también tres días con el maillot amarillo. Cada uno de esos días ofrece un privilegio al alcance de unos. pocos. Los favoritos esperan. Sólo para ellos existe la rutina.

La caída de Induráin

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