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Ex yugoslavos y ex soviéticos, frente a frente

Robert Álvarez

Los cuartos de final presentan dos encuentros clásicos y dos de nuevo cueño. El España-Alemania y el Grecia-Francia tienen muchos antecedentes. Las novedades aparecen en los otros. Bosnia ha empezado a competir hace apenas unos meses. Estonia ha reaparecido como selección este año después de haber participado como tal en 1937 y 1939. Ambas se van a enfrentar a equipos con los que formaban las antiguas selecciones de Yugoslavia y la URSS.CROACIA-BOSNIA. Juegan en Múnich quienes contienden en la guerra de Bosnia. Cinco bosnios han participado de forma directa en el conflicto bélico. Es un factor que, como acicate o por exceso de tensión, afectará al encuentro. Croacia, subcampeona olímpica, es pese a las bajas de Petrovic y Kukoc la gran favorita para el título. Hasta ahora es el único conjunto invicto. Radja y Perasovic llevan el volante de una plantilla superior, sobre todo en el banquillo, a la de los bosnios. Éstos se basan en Bilalovic y Primeroc bajo el tablero y Avdic y Mutapcic fuera del perímetro. Bosnia parte como víctima, pero puede complicar las cosas a cualquiera.

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RUSIA-ESTONIA. De las selecciones que no partían como favoritas son las que mejor impresión han causado. Los ojeadores tienen material para entretenerse con sus jugadores. El equipo ruso se basa en una disciplina y una defensa que suple su potencial de hace años, cuando era la URSS. A los ya experimentados Gorin, Bazarevitch y Babkov, todos de fuera del perímetro, y a Sujarev ha añadido una hornada con buen futuro: Fetissov, un pivot al que pretende el Estudiantes; Panov, Mijailov y Karasev. Los estones sacan partido del talento del alero Kuusma (9 de 12 triples contra Alemania), el escolta Pelika y el pivot Babenko.

GRECIA-FRANCIA. La selección francesa llega con más ambición que nunca. Se trata de un equipo con menos estrellas (faltan Dacoury, Occansey y Demory), pero más compacto y disciplinado que hace años. El ejemplo del Limoges en la Copa de Europa ha reforzado la confianza en sus posibilidades. La savia nueva, Forte, Bonato y Rigaudeau, se complementa a la perfección con Ostrowski y Adams. La irrupción de un pivot no muy alto, pero poderoso e inteligente, como Bilba le ha dado recursos. El equipo griego estará respaldado en la grada (más de 5.000 seguidores). De la intensidad con que actúa el cuadro griego y del virtuosismo de Yannakis, Christodulo o Galakteros se puede esperar todo.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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