El ordenador, desconectado
Barcelona Miguel Induráin es como cualquier humano. Está hecho de músculos, huesos, nervios y cabeza. Como a cualquier persona, le puede pasar de todo. Está expuesto a accidentes y, enfermedades. Y a olvidos. Ayer, en Asturias, Induráin sufrió un descuido."¿Y si eso le pasa en el Tour?", se le pregunta a Sabino Padilla, médico del Banesto. "Cuando te llega, te llega. Pero es que no tiene por qué pasarle en el Tour", responde. "Yo cuando me caigo no pienso en que me voy a volver a caer", responde.
La etapa era corta -165 kilómetros y se corrió a un fuerte ritmo -en la primera hora se corrieron 44 kilómetros-. Estas dos circustancias fueron una parte del caldo de cultivo del agotamiento de Induráin. La pájara es eso, una respuesta del cuerpo a la falta de energías. Este vacío suele llegar por una mala alimentación.
El ciclista calcula, más o menos, el gasto que va a hacer en una etapa y, conforme al cálculo, se ali
menta. Ayer, Induráin se vio sorprendido por la velocidad con que se corrió y no se avitualló de alimentos y apenas cogió bidones con bebida, ni glucosa líquida, los reponedores de energía. Durante la carrera tiró de los alimentos tomados en el desayuno y no tuvo suficiente.Se le agotó el depósito de glucógeno y de hidratos de carbono, los dos combustibles que producen energía de más calidad. Sin ellos, el organismo tiene que recurrir a las reservas de grasa, con las que sólo se puede producir una velocidad baja.
Así, Induráin, se encontró, a falta de cuatro kilómetros, vacío del mejor combustible.
Entonces, a regular la marcha e intentar llegar quemando grasas. Tampoco era cuestión de forzar. Después del Giro, que terminó cerca de su mejor forma, el ciclista navarro se prepara para el Tour. La fase actual se puede llamar de recuperación del esfuerzo. Permitir que el organismo, poco a poco, vaya recobrándose. Y dejando que la cabeza se desconcentre. Una especie de relajación, huyendo de la tensión, que bastante tendrá cuando, a partir de 3 de julio, corra por las carreteras francesas.
Esta tranquilidad es la tercera culpable de la pájara.
Es como si Miguel Induráin hubiera desconectado el ordenador. O, por lo menos, con algún cable suelto. La Vuelta a los Valles Mineros es un paso más hacia su gran objetivo: el tercer Tour. En ella no tiene por qué ir concentrado con todos los sentidos.
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