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ELECCIONES 6 JUNIO

Campanada nacionalista

Coalición Canaria y el PP dan un vuelco al mapa político del archipiélago

El electorado canario rompió la bipolaridad y dio tres grandes respuestas, en lugar de dos, en los pasados comicios generales. Sin diferencias abultadas entre sí, PP, PSOE y Coalición Canaria (CC), por este orden, suman cinco, cinco y cuatro diputados. La opción nacionalista ha dado la campanada en su debú y cuenta con el mayor número de senadores (cinco, frente a cuatro socialistas y dos populares). La distancia territorial y la sensación de abandono de las islas explican su repentino auge. Pero, además, con el realce experimentado por el PP, afloran ciertos rasgos de una sociedad más conservadora.Los socialistas han aguantado, en cierta manera, el tirón después de 10 años de clara hegemonía en las elecciones generales y autonómicas. Pierden dos diputados (tenían siete desde 1989), pero se afianzan en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, donde cuentan con una dirección sólida liderada por Juan Carlos Alemán. En cambio, en Las Palmas deberán renovarse para no morir, como reconoce su máximo dirigente, Carmelo Artiles.

El caso que más llama la atención es el de Coalición Canaria, que pasa de uno a cuatro diputados (Luis Mardones tenía un escaño por las Agrupaciones Independientes de Canarias, hoy integradas en CC). Tras el 6-J, los nacionalistas poseen un considerable patrimonio electoral, sobre el que posan su mirada los sectores económicos. Las pequeñas y medianas empresas -en Canarias no cabe hablar de grandes- han dado la espalda a las fuerzas políticas nacionales y hoy se refugian en este proyecto de partido nacionalista como si de su tabla de salvación se tratara. El Gobierno autónomo, en manos de CC, abandera la reivindicación de una nueva ley económica, que sustituya al tradicional régimen económico fiscal (REF) y facilite incentivos a la inversión. Éste es el objetivo número uno de los empresarios canarios y, en parte, de unos sindicatos apremiados por reducir un índice de paro que llega al 25% de la población activa.

Jerónimo Saavedra, ex presidente del Gobierno autónomo y secretario regional del PSOE, ha puesto el dedo en la llaga: "En Canarias se ha encendido el farolillo rojo", declaró gráficamente a este periódico. "Hemos subido a pesar de no tener televisión autonómica", comenta Adán Martín, secretario general de la Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI-AIC) y nuevo diputado nacionalista. Tanto él como Lorenzo Olarte, portavoz de CC, piensan que Felipe González no desoirá la alarma que ha saltado en las islas.

Cuantitativamente, el PP ha duplicado sus votos de 1989 en el archipiélago (si bien ha aumentado sólo en dos su número de diputados). Los cerca de 275.000 votos del 6-J lo sitúan en cabeza por primera vez, a una prudencial distancia del PSOE. Los populares tienen el mérito de haber multiplicado por dos sus votos a pesar de carecer de una mínima implantación local para ello.

El periodo en que gozó de mayor influencia política fue la segunda legislatura autonómica (1987-1991), pero acabó siendo expulsado del Gobierno antes de que éste concluyera su mandato, y a partir de entonces entró en una fase de profunda sequía. Hoy, el PP ha resucitado gracias a unos votos caídos del cielo que lo transforman en el primer partido de las islas tras más de diez años de primacía socialista. Su mayor éxito se registra en las grandes urbes (Santa Cruz de Tenerife, La Laguna, Las Palmas de Gran Canaria, Telde), como apunta el presidente del Grupo Popular en el Parlamento canario, Fernando Fernández. Al tratarse de los escenarios donde se dilucidarán las próximas elecciones autonómicas de 1995, diríase que el fantasma del PP planea ahora sobre socialistas y nacionalistas, como el 6-J lo hizo sobre el CDS.

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