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GIRO DE ITALIA

Indurain confía en remachar hoy su triunfo

Carlos Arribas

El Giro está siendo demasiado lógico, parece ser el mensaje. Y si el ciclismo es el deporte más imprevisible, algo raro tiene que pasar. Pero ni esa medida supersticiosa parece necesaria para lograr que Miguel Induráin (Banesto) remache hoy en la cronoescalada de Sestriere su segundo triunfo consecutivo en la carrera rosa. Tan fuerte se muestra que hasta lo imprevisto, en la figura de Claudio Chiappucci (Carrera), se bate en retirada. "No puedo hacer milagros. Me he encontrado con el Eddy Merckx de la era moderna", declaró ayer el Diablo. Los directores italianos calculan que perderá hoy unos dos minutos.

La etapa se resolvió al sprint con victoria de Adriano Baffi. El velocista del Mercatone Uno logró de esa forma su tercer triunfo este Giro.Después del todo o nada lanzado el día anterior, Chiappucci ha preferido el pájaro en mano y se queda con un poco. Ayer se desgastó en un puerto de tercera, puntuó y fastidió las ilusiones del debutante Mariano Piccoli (Mercatone Uno): le arrebató la maglia verde del premio de la montaña. Después, continuó adelante, en compañía de Piotr Ugrumov (Mecair) y de otros. Logró más de un minuto de ventaja -Ugrumov llegó a ser virtual líder-, pero no preocupo en exceso.

"Le teníamos controlado", declaró Induráin. "Marcamos nuestro ritmo [De las Cuevas tomó las riendas] y le dejamos desgastarse. Si por mí hubiera sido, podía haber seguido adelante más tiempo". José Miguel Echávarri, su, director, no quería tentar la suerte, sin embargo. Ordenó que se le cazara antes de que pudiera obtener bonificaciones y después jugó con las ambiciones de los demás.

Baffi quería la maglia de la regularidad, y su equipo dispuso la carroza para Induráin. Fabio Baldato quería un sprint, y el GB-MG, su conjunto, añadió más plazas a la carroza. Se llegó en pelotón. Maurizio Fondriest (Lampre) lo intentó de nuevo y volvió a equivocarse. Su salto a 900 metros de la meta -con qué velocidad mueve los desarrollos cortos en terrenos en ligera cuesta- sólo sirvió para que Baffi ahorrara energías. Lanzó al veterano Adriano, un corredor que va asemejándose a Guido Bontempi: con los años pierde en velocidad, pero gana en resistencia y astucia.

Cita en Sestriere

Así que Chiappucci desgastó energías la víspera de su etapa favorita antes de que comenzara el Giro. Ahora parece tallada a la medida, de Induráin. Aún después de este derroche, sin embargo, el Diablo quiere mantener encendida la llama: "El ciclismo me ha dado mucho y yo doy mucho al ciclismo. Por eso no puedo decir que me rindo antes de una batalla. Sestriere me toca la fibra. He hecho el recorrido al menos cuatro veces y saldré a dar el máximo. Si después me gana Induráin, sólo tendré que felicitarle".

Pese a todos los augurios, en el Banesto nadie deja de planificar los 55 kilómetros. Y hablan de referencias. Y de falta de ellas. Por ejemplo, lo fundamental en una contrarreloj es regularse. Ni tanto ni tan calvo. Marcar el ritmo justo. En ello, Induráin es un maestro. Sabe salir sin darlo todo para, a mitad del recorrido "meter las 16 válvulas", como gráficamente explica Echávarri. Además, contará con una ventaja añadida: saldrá el último y sabrá en todo momento lo que hacen los rivales. Ellos le darán también la pauta a seguir. Adecuarán su marcha. Si, como se prevé, en los primeros kilómetros el navarro marcha mejor, podrá tomarse un ligero respiro para darlo todo en los últimos. O, mejor aún, podrá permitirse levantar el pie y empezar a pensar en el Tour.El año pasado comenzó a ganar la carrera francesa en la última contrarreloj del Giro, cuando dobló a Chiappucci. "Si fuera como la de Milán de entonces, por rectas de autopista, no tendría ninguna duda, pero el recorrido de Sestriere impone", comenta Echávarri. Induráin lo describe así: "Los 30 primeros kilómetros me favorecen, son en ligera subida, pero no excesiva. Después llega lo más duro, sobre todo los dos últimos. Es donde tendré que llegar al máximo". El mayor enemigo de Induráin es su peso: cuesta más vencer la fuerza de la gravedad con 80 kilos a cuestas que con los 61 que pesa Chiappucci.

El recorrido no se parece a nada conocido por los actuales protagonistas. No se puede apenas hurgar en los archivos. Quizás lo más cercano sea la cronoescalada de Villard de Lans en el Tour de Francia de hace tres años. Entonces, Chiappucci, maillot amarillo, cedió 22 segundos sobre 33,5 kilómetros a un Induráin entonces gregario de Pedro Delgado.

"No vale", asegura Echávarri. "55 kilómetros son mucho, casi dos horas. Con eso, las diferencias en minutos pueden ser tremendas. Y si no te regulas bien te puede agarrar un bajón en los últimos kilómetos que puedes ceder la tira".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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