El PSOE se impone en el Senado por sólo tres escaños

CAMILO VALDECANTOS El ascenso del Partido Popular, hasta situarse en 93 senadores -15 más que en 1989-, no ha bastado para desbancar a los socialistas en la Cámara alta, que pese a perder , 11 escaños de los 107 que lograron hace cuatro años, mantienen una ventaja de tres senadores electos al haber logrado 96. La Coalición Canaria es una nueva fuerza en el Senado, donde irrumpe con cinco representantes, mientras que el PNV baja de cuatro a tres y la representación independentista de HB queda reducida de 3 a 1.

El nacionalismo catalán se mantiene con 10 senadores elegidos, los mismo que consiguió en 1989, e Izquierda Unida queda fuera de la Cámara. Tampoco el CDS ha logrado mantener el escañ que obtuvo hace cuatro anos, con lo que, fuera también del Congreso, consuma su total extinción parlamentaria.

Esperanza defraudada

Las encuestas erraron el tino al pronosticar los resultados del Senado, más aún que respecto al Congreso. Prácticamente todas señalaban que el ganador sería el Partido Popular.

Dentro de las filas del partido de José María Aznar se albergaban serias esperanzas de que, incluso perdiendo las elecciones, pudiesen superar a los socialistas en el Senado, pero los resultados finales han mantenido al PSOE como primera fuerza, aunque con una exigua ventaja de tres escaños.

La llamada Cámara de representación territorial no ha sido propicia para los nacionalismos. CiU ha tenido que conformarse con mantener sus resultados y la representación vasca se ve seriamente mermada, no sólo en su banda más radical, sino también en la moderada del Partido Nacionalista Vasco.

Perder uno de los cuatro escaños con que contaba representa, sin duda, una seria contrariedad para las huestes de Xabier Arzalluz a la hora de evaluar su presencia en Madrid, sobre todo después de la frustración -explícitamente admitida por el PNV- de no haber conseguido aumentar sus escaños en el Congreso de los Diputados.

El dato de Guipúzcoa, la provincia nacionalista por excelencia, es especialmente revelador: Mario Onaindia, encabezando las listas del PSOE, ha sido el senador más votado, con 10.000 sufragios de diferencia sobre el candidato de HB en esta peculiar circunscripción, y los socialistas han arrebatado tres de los cuatro escaños en disputa, cediendo uno, precisamente a HB. Es decir, que ha logrado el resultado opuesto al de 1989.

La Coalición Canaria es la gran invitada a la fiesta electoral del Senado. Frente al único represetante que consiguieron las Agupaciones Independientes Canarias en 1989, la nueva coalición ha situado cinco representantes en la Cámara alta, lo que le asegura grupo parlamentario y voz propia en cada debate que se mantenga.

Ascenso popular

El ascenso de los populares ha estado muy repartido. Desde el País Vasco, donde han conseguido situar a un senador en Álava, hasta la costa mediterránea, donde han logrado dividendos sustanciosos con aumentos significativos en Valencia, Castellón y Murcia.

Incluso en Andalucía ha conseguido el PP un nuevo senador, arrabatándoselo a IU en Córdoba y dejando a la coalición de Julio Anguita sin un solo representante en el Senado.

En las dos Castillas ha logrado cuatro senadores más, repartidos igualitariamente entre ambas comunidades; en Madrid ha repetido el 3 a 1 contra el PSOE que ya mantenía. Cataluña sigue siendo un feudo cerrado para los populares en el Senado.

Los once escaños que pierde el PSOE también se reparten territorialmente: dos en Canarias; repite dos en Ceuta, mientras que gana uno en Melilla; dos en Castilla-La Mancha, otros tantos en Murcia y uno en Castilla y León, Cataluña y la Comunidad Valenciana.

Un dato separa las votaciones del Senado y del Congreso. Con el 1001/6 de las papeletas escrutadas, hubo 23.614.468 votantes que depositaron su papeleta salmón para la Cámara alta, lo que significa 27.668 votos más que para el Congreso, con lo que se logra que el porcentaje de votación para el Senado sea del 77,37% en el total nacional, frente al 77,28 del Congreso.

Colegir de este dato un mayor interés de la ciudadanía por esta Cámara sería, sin duda, una aventurada extrapolación.