Arzalluz no puede celebrar el sexto diputado

Xabier Arzalluz no pudo ayer partir la tarta con la alegría que le hubiera gustado. El pastel electoral vasco, como la campaña, también se había polarizado, y el sensible crecimiento de los partidos de ámbito español -PP y PSE-EE- no agradó al presidente del PNV, partido al que pertenece José Antonio Ardanza, presidente del Gobierno vasco.La culpa de lo resultados la tenía, sobre todo, el PP. No por haber perdido las elecciones, sino por arrebatarles el sexto diputado con el que habían contado los nacionalistas conservadores durante toda la noche de ayer. "Sinceramente, esperaba el sexto diputado. No lo hemos sacado, por ahora, pero estamos a falta de 500 votos y aún quedan por conocer 5.000 por correo". Era la primera declaración del máximo dirigente del PNV en el cuartel general nacionalista -el hotel Villa de Bilbao- donde se habían reunido numerosos militantes y simpatizantes nacionalistas que abarrotaban el vestíbulo principal del hotel detrás de una gran pantalla de televisión.

Fuera, en la calle, grupos de jóvenes nacionalistas improvisaban un festejo por la consolidación de los resultados en unas elecciones en las que "resistir el tirón del PSOE y del PP es ya vencer", en palabras de un dirigente nacionalista. Pese a las expectativas creadas, varios responsables del PNV señalaron en privado que la consecución del sexto escaño sólo entraba en la mejor de las hipótesis posibles, y que las previsiones más realistas apuntaban al mantenimiento de los escaños.

La enorme tarta de más de dos metros de largo, adornada con los colores de la ikurriña, el anagrama del PNV y el perfil del mapa de Euskadi, sería finalmente atravesada por el bisturí aunque el PNV no pudo ponerle la guinda del sexto diputado. La satisfacción por los resultados de los primeros sondeos, que les atribuían un total de seis escaños, cuatro de ellos en Vizcaya, se iba desinchado cada vez que Corcuera aparecía en la pantalla para confirmar que eran cinco y no seis. "La condenada polarización", repetían entre bambalinas los dirigentes nacionalistas. "El voto útil", añadían otros. Arzalluz lo dijo también en su comparecencia ante los medios de comunicación: "Hemos sido víctimas de esta bipolarización", y apuntó a la responsabilidad de la prensa que, como siempre, le escuchaba atentamente.

Pero los dirigentes del PNV y los más de mil simpatizantes que se dieron cita en el céntrico hotel bilbaíno, no estaban del todo tristes. Su partido era el único que se había salvado de la quema abertzale. Tanto EA-EUE como HB habían perdido miles de votos y varios escaños. Arzalluz aseguró ante los suyos que el PNV "era la clara referencia nacionalista en Euskadi, algo de lo que no pueden presumir EA-EUE y HB". Los simpatizantes no podían ocultar su alegría por la vuelta del voto nacionalista a la casa del padre. "Hemos llegado a los mismos niveles que antes de 1986" [fecha de la escisión del PNV], repetían los afiliados tras oír las palabras de su máximo dirigente. La cifra de 300.000 votos flotaba entre las cabezas de los simpatizantes.