España resuelve con una faena de aliño
España resolvió con una faena de aliño su compromiso frente a Lituania. Ni el rival ni el campo ni el equipo confeccionado por el técnico Javier Clemente podían ofrecer una tarde gloriosa. Bastaron dos bajonazos de Julen Guerrero para cubrir el expediente, algo que no pudo conseguir Dinamarca, la más directa rival de España en su camino hacia el Mundial de Estados Unidos. La selección sigue siendo como Curro Romero. Levanta mucha expectación, pero todavía no ha cortado orejas.Para resolver un partido que se previa áspero y duro, Clemente optó por un equipo de guerrilleros, compuesto por hombres que suelen dar el callo en sus respectivos equipos pero que no intervienen en la concepción inicial de los goles. Es decir, obreros contra obreros. Nada de lucha de clases.
Reservados Bakero y Begiristain por una cuestión política tras su enfrentamiento con el técnico barcelonista Johan Cruyff, dio la responsabilidad en la construcción del juego a Hierro. Es evidente que el madridista no está facultado para ejercer esas funciones, por que piensa con lentitud.
España, por tanto, se movió a paso de tortuga durante el primer acto del encuentro. Ejerció un dominio territorial producto de la endeblez de un rival honesto que jamás renunció al ataque.
Sin inspiración, con movimientos torpes y zapatazos mal dirigidos, la selección apenas inquietó. Sólo los lejanos disparos de Hierro sacaron del sopor a los aficionados, entre los que se encontraba Arvidas Sabonis, flamante campeón de la Liga de baloncesto con el Real Madrid y que preguntó a los periodistas españoles por Michel.
La ausencia de Michel seguirá siendo objeto de polémica, pero es evidente que algunas de sus pinceladas futbolísticas habrían sido necesarias ayer en Vilna por mucho que se hubiera arrugado ante los tacos de los voluntariosos lituanos.
Clemente lo vio tan mal tras el descanso que tuvo que dar entrada a dos jugadores capaces de cariar el rumbo del partido con su habilidad. La lesión de Julio Salinas, que sufre una contractura y echa carne a la polémica entre Clemente y Cruyff, obligó a la presentación de Quique Estebaranz. Luego le llegó la hora a Begiristáin. El tono sombrío del partido se agravó cuando Claudio estrelló un balón en el poste, en el minuto 60, en la única jugada de peligro que había concebido España.
Con el reloj como espada de Damocles, el último invento de Clemente fue Begiristain. Un poco de técnica para dar sabor a un guiso mal condimentado.
Sabonis abandonó la tribuna cuando la lógica del fútbol se impuso. Quique Estebaranz se internó por la banda izquierda, centró como mandan los cánones y Guerrero cabeceó con fuerza a las mallas. Lo más difícil estaba hecho. El propio Guerrero remataría la faena para que no hubiera dudas y se siguieran alimentando las ilusiones de una selección que todavía no convence, pero que no ha perdido su opción de obtener el billete para Estados Unidos.
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