"Ni Garzón será del PSOE ni Mario Conde del PP"
Rodolfo Martín Villa, de 58 años, ha puesto toda su sabiduría y astucia, que son amplias, al servicio de la organización electoral del PP.
Pregunta. ¿Cómo consigue un ex ministro de UCD pasar de ser el adversario de Aznar, en la pugna por quién era el candidato de Alianza Popular a la presidencia de Castilla y León en 1987, a ser en 1993 una de las personas a las que Aznar escucha con más respeto en el PP?
Respuesta. Sobre el respeto, permitirá que no me pronuncie. En cuanto al asunto de la candidatura, se sustanció bien, y sirvió para gestar una figura política importante. Yo nunca he tenido pretensiones sobre los cargos que he ejercido.
P. ¿Se ve de nuevo de ministro?
R. No. Las responsabilidades deben acompañar principalmente a la generación de Aznar.
P. La tesis de González de que debe intentar formar Gobierno el líder que tenga un diputado más que el segundo más votado ¿es un regalo envenenado, además de un estímulo al temor a que gobierne la derecha?
R. Es una tesis constitucionalmente equivocada, y no tenemos que dedicarnos a decirle al Rey lo que ha de hacer. Quizá la solución más objetiva es proponer a quien tenga más diputados, pero no tiene por qué ser la única posible. Uno de los grandes errores de la campaña socialista y de Felipe González es ese grito de ¡que viene la derecha! ¿Qué se quiere decir? ¿Que van a desaparecer las libertades alcanzadas en 1976 o en 1978? Yo me siento orgulloso de que, a las órdenes de Adolfo Suárez, soy el primer ministro de la Gobernación que en muy pocos meses no tiene en las cárceles españolas ni un solo preso político, ni un español exiliado, lo que no ocurría en doscientos años.
P. Su alusión a una conveniente o posible coalición de Gobierno PSOE-PP ¿fue una mera, e inteligente, comparación que ponía al PP en pie de igualdad, como opción de Gobierno, con el PSOE?
R. Sólo hablé de una posibilidad frente al planteamiento en el que se daba como necesaria y única hipótesis una coalición de gobierno con el nacionalismo catalán o vasco, o con ambos, sin sentar criterios de mayor conveniencia. Esa hipótesis, cuya formulación quizá fue inoportuna entonces, sería hoy casi imposible.
P. ¿González está dejando de ser un monstruo? ¿Aznar tiene trazas de llegar a serlo algún día?
R. Yo creo que no es en absoluto necesario que la política española esté dirigida por monstruos. Quizá el debate con Aznar demostró que González no es un monstruo verdadero y que tenía bastante de aparente.
P. ¿Qué es lo que más mina, según usted, la credibilidad de los socialistas?
R. Los sondeos indican que se les va a enjuiciar muy negativamente por la avaricia de algunos, pero donde tienen más merecido el suspenso es por la soberbia de casi todos.
P. ¿Hay miedo al cambio o a la incertidumbre de un partido que no siempre cumple lo que dice y que no en todas las regiones tiene la misma capacidad de aplicar lo que decide?
R. Incluso cuando los socialistas perdieron, en 1977 y 1979, en virtud de la situación política que entonces había, daba la impresión de que ellos eran los vencedores morales. Siempre han ganado, y eso les ha llevado a la soberbia, al desprecio al contrario y a la acusación de insolvencia. Y se han encontrado de repente, de repente para ellos, con que había un partido bien construido y un líder solvente.
P. Si no gana, ¿a Aznar se le puede mover la silla?
R. Me parece insidioso e irrespetuoso con el sistema de partidos que algunos planteen que un resultado electoral, con muchas posibilidades de alcanzar la victoria en el Congreso y casi todas de alcanzarla en el Senado, vaya a afectar al liderazgo del PP. Ese liderazgo está muy consolidado. De la misma forma que Baltasar Garzón no puede ser el próximo secretario general del PSOE, Mario Conde no será el próximo presidente del Partido Popular.
P. ¿Qué sentido tiene, desde posiciones liberales, pedir la privatización de Argentaria y, a la vez, la creación de bancos públicos en el País Vasco y Cataluña?
R. Hay cierta incongruencia en fuerzas partidarias de un protagonismo importante de la iniciativa privada y que todos los días plantean instituciones públicas cuya necesidad es por lo menos discutible. No hay que confundir Estado fuerte con Estado gordo. Justamente para ejercer con fuerza y eficacia el papel de garante de cuestiones fundamentales de la vida de los ciudadanos, el Estado tiene que disminuir su peso como gestor.
P. Corcuera ha dicho que, cuando usted y Fraga fueron ministros del Interior, ni propusieron el cumplimiento íntegro de las condenas a terroristas, como ahora exige el PP, ni hicieron la dispersión de presos etarras que ahora alaban.
R. Lo que hoy es un acierto habría sido un error entonces. Si hubiéramos impuesto el cumplimiento integro de las condenas a presos etarras, ¿qué habría ocurrido con el señor Onaindía, hoy integrante de las listas del PSOE? Onaindía es la expresión más, clara del acierto de las amnistías, que nos parecieron políticamente necesarias para la reconciliación. Yo no discutiré en público una decisión de un ministro del Interior sobre lucha antiterrorista. Pero añadiré que desde la oposición hemos colaborado nosotros mucho más que ellos.
P. Usted ha advertido a Hormaechea que "el que rompe paga". ¿Cómo le hará pagar el PP sin que el precio sea la ingobernabilidad de Cantabria?
R. Gestioné el pacto del PP con Hormaechea porque me pareció acertado evitar un partido regional más. Las listas de Hormaechea van a tener un resultado deplorable, y lo tiene merecido. El electorado siempre ha tenido presente que quien no sabe gobernarse a sí mismo no aspire a gobernar a todos, y que el culpable de rupturas en la misma familia debe pagarlo. El PP se planteará responsablemente el gobierno de Cantabria después del día 6 según los resultados.
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