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Tribuna
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La utopía

Me parece a mí, como a más de uno, que sabiendo Anguita que no va a ganar se permite ofrecer más de cuatro milagrosas cosas. Pero me parece, también, que como todos saben que Anguita no ganará prestan insuficiente atención a lo que dice. Contra IU se han concertado un arsenal de factores adversos. No ha tenido suerte con la reciente historia universal y se ha atropellado con su historia interna.. Para, empeorarlo, cuando se refiere al futuro, la fisiognomía de su líder reproduce con deslumbrante exactitud la del mago pintado en una caseta de madera, con turbante y bola. Hay que escucharlo, no obstante, pese a tantas trabas. En sus discursos se cuelan subproductos, trozos de escoria nacionalista, pedazos de herrumbrosas lanzas, esquirlas fanáticas. Pero él es el único que afronta los problemas reales sin aceptar que esta realidad establecida sea un dogma de obligado cumplimiento, y resulta, en este sentido, el fanático más débil.Anguita no es la ciencia infusa, la patafísica, ni el profeta que su exornada apariencia le concede. Bajo sus palabras se extiende una base de pensamientos que han elaborado estudiosos menos acérrimos Y sanamente conscientes de la gravedad de la crisis del mundo. Una porción de sus análisis será desechable, otra relativamente fundamentada, otra, en fin, fecunda. No hay más que comprobar el involuntario arrobo con que una y otra vez se le atiende -el miércoles mismo en Antena 3-, aunque sea para contradecirle. La sola materia prima nueva y excitante que se escucha a lo largo de esta campaña procede de IU. Probablemente no es eficaz su método para alcanzar el poder ahora, puesto que ésta es una batalla centrada sobre lo efímero -la grama y no el programa-, pero puede valer para empujar el regreso de la utopía colectiva.

El desmoronamiento del telón comunista ha actuado como una formidable manta que sofocó momentáneamente el fuego declarado en los territorios capitalistas. Pero las brasas se han reanimado y, en poco tiempo, están quemando no sólo millones de puestos de trabajo, tradiciones y hábitats productivos, sino los deseos profundos de una creciente multitud de ciudadanos que rechazan con ahínco los modelos de desarrollo y de relación social vigentes. A lo largo del siglo XX, el capitalismo necesitó la mortandad de dos grandes guerras para sobrevivir y afianzarse. ¿Con qué catástrofe espera contar ahora, cincuenta años después de Hiroshima?

Cualquiera podría decir que ciertas historias de IU están extraídas de Las mil y unas noches. El comunismo sería uno de sus cuentos. Pero no es todo comunismo en el discurso de IU. Existe una fundada estimulación de la utopía, personal y colectiva, que millones de habitantes, desde una punta a otra de la ciudad universal, están esperando recuperar en defensa del sentido de sus vidas

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