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Becker, víctima de la revuelta francesa

La revuelta popular continúa en París. La falta de caudillaje ha llevado a las capas más bajas del tenis francés a un alzamiento que amenaza con descabezar el torneo de Roland Garros. Si el martes fue un tal Stephane Huet el que guillotinó al estadounidense Ivan Lendl, ayer fue Rodolphe Gilbert el que ejecutó al alemán Boris Becker. Lo hizo sin atenuantes: 7-5, 6-3 y 7-5. La legión española sufrió un par de bajas. Carlos Costa, Jordi Arrese y Conchita Martínez siguen, pero Francisco Clavet, Tomás Carbonell y Alberto Berasategui no.A unos metros de la pista central, en la 2, Carbonell libró dos curiosas batallas. Las dos las perdió. La primera, contra el norteamericano Jim Courier, el número dos del mundo (en dos años sólo ha perdido dos partidos en tierra batida) y el vigente campeón de la cita parisiense, que le batió por 6-4, 6-1 y 6-0. La segunda, contra la chiquillería, que inundó la competición gracias a que el miércoles es día festivo en los colegios franceses y la convirtió en una insoportable olla de grillos.

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Seguridad y discrecion en la pista central

Carbonell sólo aguantó un set. Después desapareció y, presa de los nervios, se encaró con varios, de los gritones. "A ver si te callas ya. ¡Qué asco de tío!", le dijo a uno muy pesado. Así, llegó hasta a lanzar una dura frase por la que después se disculpó públicamente: "¿Dónde, coño, estará el secuestrador de guarderías?". La referencia al luctuoso hecho vivido en París estuvo de más y el español, gesto apesadumbrado, lo reconoció: "He metido la pata".

Su enfado era visible tras el partido: "Si, además de estar perdiendo ante un máquina de tenis como Courier, tienes que soportar a todos esos niños gritando en tu contra, acabas desquiciado". Después de la primera manga, Carbonell sólo ganó un juego, el cuarto de la segunda, en el que Courier rompió su cordaje. El pupilo de José Higueras sólo emplea dos raquetas, ya que le gusta notar la empuñadura sudada y caliente, por lo que, cuando se le rompe una, uno de sus acompañantes acude raudo para llevar a reparar la herramienta.

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