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GIRO DE ITALIA

La lechera y la cenicienta

El destino ha jugado fuerte con Maurizio Fondriest, el ciclista italiano más en forma en estos días. Tan fuerte ha sido el sino con él que su vida como corredor parece haber sido marcada por dos cuentos populares que juegan con el poder de la providencia: el de la lechera y el de la cenicienta. Ambos mitos se entrecruzan en su historia desde 1987, el año en que decidió dar el gran paso y se hizo profesional.La lechera apareció en su entorno una tarde calurosa, a finales del mes de agosto de 1988. Aquel día, cuando tenía 23 años, hizo una carambola -el canadiense Steve Bauer arremetió contra el belga Claude Criquielion- y ganó el Campeonato del Mundo de fondo en carretera. Se le llenó la cabeza de pájaros y empezó a echar sus cuentas... hasta que se le rompió el cántaro. Huyó de la presión de los aficionados de su país, que querían hacer de él un nuevo Giuseppe Saronni, y se fue a un equipo holandés, el Panasonic, con la intención de convertirse en un cazador de pruebas clásicas. Sin embargó, marchó de fracaso en fracaso hasta que volvió rebotado, esta misma temporada, a Italia.

El encanto de la cenicienta le llegó recién cumplidos los 28 años. Para un italiano el ganar la Milán-San Remo equivale a que le calce bien el célebre zapatito de cristal. Sufre una fuerte descarga eléctrica y se le recarga la moral. Se hace otro hombre, otro ciclista. Después de imponerse en esta carrera, Gianni Bugno pasé de ser la eterna promesa frustrante a adjudicarse el Giro. Claudio Chiappucci también se transformó subiendo el Poggio. Media Italia, por lo menos todo el Trentino, la región de la que es natural, espera que Fondriest siga sus pasos.

En buenas manos está, eso sí. El propio Saronni, a quien estaba llamado a suceder, es su consejero personal. El doctor Conconi, el patrón de Bugno, también le marca los entrenamientos, mucho más duros e intensos el pasado invierno para llegar a tope en la primavera actual. Así, de ser un personaje controlable ha pasado a ser el factor sorpresa. Todos dicen: "¡Bah!, es el típico clasicómano". Ni él lo desmiente: "Quiero simplemente que se me vea en las etapas mejores para mis con diciones. Pero el Giro, tan largo y con tanta montaña, es demasiado para mí. Nunca he soñado con subirme a su podio. Todo lo más, aspiro a ganar una etapa y después ya analizaré la carrera día a día".

Con todo y eso, Fondriest ya ha empezado a sembrar dudas. De alguna manera, es la incógnita por despejar. La persona a la que mejor se le puede aplicar el pensamiento de José Miguel Echávarri, el director del equipo español Banesto: "Por ahora, no nos preocupa. Si después sigue arriba, ya nos encargaremos de él".

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