"O somos una comunidad o no somos nada"
Pregunta. El nuevo Gobierno francés acaba de presentar su memorándum sobre las negociaciones del GATT. ¿Cuál es su impresión sobre la situación actual de las negociaciones?R. Con los "norteamericanos hemos llegado a un acuerdo parcial sobre contratos públicos, que permitirá avanzar sustancialmente en la Ronda Uruguay. Queremos conseguir un acuerdo antes de la reunión del G-7 [jefes de Estado y Gobierno de los siete países más ricos] en Tokio, y esto significa que los japoneses deben poner sobre la mesa una oferta mayor que la realizada hasta ahora.
P. ¿No cree difícil el desarme comercial precisamente en un momento de recesión?
R. Absolutamente lo contrario. Pienso que es en momentos como el actual cuando es más necesaria que nunca la liberalización. Debemos aprender las lecciones de la Historia.. En los años treinta de este siglo, los americanos aumentaron los aranceles en un momento de recesión. La prolongaron y convirtieron en una depresión. Si miramos lo que sucede hoy, vemos que el crecimiento de las economías de todos los países depende del crecimiento del comercio, y no de razones puramente internas.
P. ¿No considera que debían haberse aprovechado los años en que Europa no estaba en recesión?
R. Es un problema político. Las razones y argumentos para la liberalización son tan sólidas en un tiempo de recesión como en otro de crecimiento. Naturalmente, la gente busca defensas en tiempos de recesión, aunque lo único que se consigue es complicar todavía más las cosas.Apertura hacia el EsteP. La contradicción entre recesión y libertad de comercio se plantea también en las relaciones entre la CE y los países del Este. ¿Cómo ayudarles sin perjudicar las economías occidentales?
R. La apertura de nuestras fronteras a los países de Europa central y oriental (PECO) ha llevado a un incremento del comercio y a un superávit comercial para la CE. Pero política y económicamente es muy importante seguir avanzando. Como continente ya hemos fallado estrepitosamente en Yugoslavia y no podemos permitir que la inestabilidad vaya creciendo en el centro y el este de Europa.
P. Pero la CE parece mandar señales un tanto confusas hacía el Este. ¿No cree que hay cierta falta de estrategia?
R. Pienso que es posible tener una visión clara e imaginativa sobre la ampliación hacia estos países. Cuando el debate sobre la ratificación de Maastricht sea menos prominente podremos expresar de forma convincente nuestra visión. Se trata de abrirnos a estos países de forma gradual. El hecho de que nos movamos a diferentes velocidades no debe desviarnos de la propuesta general y clara: despertar de nuevo el espíritu de la construcción europea.
P. La llegada de estos países a la competencia con la CE puede dar lugar al llamado dumping social.
R. Debemos ayudar al desarrollo económico de estos países de todas las formas que podamos. Pero a. la vez debemos permitirles que se beneficien de sus ventajas naturales. España ha podido exportar a las otras partes de la CE debido a que los costes de la producción, incluidos los sociales, no eran tan altos como en Alemania. Estoy seguro de que en España se entiende muy bien que hay que conseguir la igualación de costes mediante un desarrollo armónico y no por una imposición artificial.
P. La Administración española asegura que cuando hay un acuerdo comercial con el Este se traduce en déficit comercial para España.
R. Pienso que ésta es una visión superficial. España tiene mucho que ganar. Precisamente porque estos países pueden producir más barato pueden proporcionar grandes oportunidades para España y para sus industriales.
P. Pero la ampliación suscita problemas muy serios de tipo institucional. No, es lo mismo la actual CE con 12 socios que una CE de 16 miembros o de 23.
R. Ésta es una cuestión distinta. No estoy proponiendo una fecha para la entrada de todos estos países en la CE. Tomará tiempo, y debemos utilizar el tiempo para ayudarlos y para prepararnos para recibirlos. En 1996 se celebrará una conferencia intergubernamental que tendrá como principal tarea decidir los cambios necesarios para acomodamos a estos países.
P. ¿Piensa que los países de la actual ampliación deberán participar en la conferencia?
R. La CE puede adaptarse a los actuales candidatos sin necesidad de cambiar, pero no cabe ni un solo país más.
P. ¿Qué argumentos daría usted a los ciudadanos europeos que consideran estas ampliaciones como un sistema para diluir la Comunidad en una zona de libre cambio?
R. No somos una zona de libre cambio. Somos una comunidad o no somos nada.
P. Estos días en el Partido Conservador británico están haciendo campaña por el no en el referéndum danés sobre Maastricht. ¿Qué piensa de esta iniciativa?
R. En Dinamarca, cada mitin de un extranjero contra Maastricht, sea o no británico, significa aumentar las posibilidades del sí. Los daneses saben que esta gente está más interesada en los problemas de política interior británica que en el bienestar de los daneses.
P. ¿Qué espera entonces del referéndum?
R. Cuanto mayor sea el sí a Maastricht, mejor.
P. ¿Cuál es su punto de vista sobre el calendario de la Unión Económica y Monetaria?
R. La cuestión más difícil es la tercera fase. Pero Maastricht no obliga a una fecha única, por lo que no todo el mundo debe estar preparado al mismo tiempo. Se requiere sólo que exista una masa crítica que cumpla los criterios de convergencia.
P. Ahora sólo Luxemburgo cumple esos criterios.
R. Las cosas pueden cambiar rápidamente. No tenemos que hacer la unión mañana mismo, ni pensar que la recesión durará indefinidamente. Lo importante es que los Estados miembros están comprometidos a seguir el camino de la convergencia. La determinación en esta dirección ha sobrevivido a todas las turbulencias y al malestar económico.
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