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ELECCIONES ANTICIPADAS EL 6 DE JUNIO

Campaña para dos

PSOE y PP confían en atraer votos al comparar a sus líderes

El PSOE y el PP van a centrar la campaña en sus respectivos líderes: Felipe González y José María Aznar. Los socialistas confían en que presentando en campaña a un secretario general "con ganas" la ciudadanía percibirá la "seguridad" y "credibilidad" que ofrece en contraste con un político "inseguro" y "poco sólido". Los populares no se arredran y ofrecen a un político "joven y lleno de ilusión" frente a otro "gastado" y "quemado" por rencillas internas y escándalos de presunta corrupción. Los socialistas confían en "pulverizar" la imagen de Aznar en los debates televisivos, mientras los populares recelan de estos debates y optan por el gancho de su líder en los grandes mítines

El Partido Popular recibió la noticia de la disolución de las Cámaras con un cierto alivio. Su dispositivo de campaña estaba diseñado desde el otoño pasado y corrían el peligro de llegar desfondados a una convocatoria en octubre. El anuncio de Felipe González no les cogió por sorpresa. El equipo electoral que dirige Javier Arenas calculaba hace un mes que aún había posibilidades de que las elecciones fueran antes del verano. "El Gobierno", argumentaban, "no aguanta 2.000 parados al día. González se equivocó por completo cuando anunciaba síntomas de recuperación para el segundo semestre".Por razones distintas, los socialistas también sintieron alivio. Había que salir de la pelea interna y eso sólo lo podía conseguir una campaña electoral, ya que ganar la batalla contra el enemigo común, el PP, es lo único que les une sin fisuras.

La precipitación de los acontecimientos durante la Semana Santa en el campo socialista acabó de poner en guardia al estado mayor popular. Tras comprobar que el PSOE aplazaba su ejecutiva sobre el caso Filesa al Sábado Santo, conocer la carta de Benegas poniendo su cargo a disposición del secretario general y atacando a los renovadores y saber que se convocaba Consejo de Ministros el lunes siguientes, José María Aznar y Francisco Álvarez Cascos decidieron adelantar su propia ejecutiva.

La cúpula del PP cree haber conseguido varios objetivos de golpe. Han logrado polarizar la campaña casi en un duelo entre los dos grandes partidos y, más aún, entre los dos principales líderes, González y Aznar.

Sobre esta base, los populares confían en agrupar votos deseosos de echar a los socialistas del poder y reducir a la mínima expresión los partidos regionalistas, que les muerden espacio político y les han ido creciendo como setas. El adelanto electoral, por otra parte, largamente reclamado por Aznar y los suyos, lleva implícito para ellos una confesión inevitable de fracaso. González no ha logrado agotar la legislatura como pretendía y como defendió durante los últimos meses.

La concentración sobre las dos grandes alternativas rinde otro servicio a la estrategia del PP, según sus responsables electorales. Facilita la presentación de los comicios como una elección entre lo viejo y lo nuevo. Así confía el PP en vencer las resistencias y los recelos de algunos centenares de miles de electores centristas, para los que todavía puede pesar demasiado el recuerdo de Manuel Fraga.

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Hace unos meses, la dirección del PP hubiera desconfiado de un debate cara a cara ante las cámaras de televisión entre su presidente y el secretario general del PSOE. Hoy creen que González está tocado por el escándalo Filesa, por el galopante aumento del desempleo y la paralización del proyecto europeo, al que tanto había apostado. Reconocen su brillantez, pero Aznar es un luchador tenaz y creen que tiene bazas para ganarle, como, según las encuestas, ya sucedió en el debate sobre el paro en el Congreso de los Diputados. Aún así, no les entusiasma.

El PP alberga dudas sobre la aceptación del debate, en condiciones de igualdad, por parte del jefe del Gobierno. "Si lo hace, es que cree que no tiene más remedio, y se le notará", explican sus dirigentes. "Es el inconveniente de no haber aceptado un solo debate con la oposición desde que llegó al poder".

Estrategia clara

Lo mismo que alegra al PP complace al PSOE. Los socialistas están encantados en que el reflector se ponga en su partido y en el PP, y sobre todo, en Aznar y en González. "Felipe González puede responder sobre cualquier asunto que se le pregunte, sea de lo que sea, Aznar no", confían dirigentes socialistas. Su estrategia está clara. La confrontación González-Aznar será buscada con denuedo por los socialistas. Por otro lado, los socialistas perseguirán con igual intensidad los puntos oscuros, a su juicio, del programa del PP. Darán por sentado que el PP puede gobernar, "y esto es lo que espera a este país", señala un dirigente socialista como encabezamiento de los males que a continuación narrarán.

Especial indignación producen ya en los socialistas algunas de las afirmaciones del PP. En primer lugar, que pongan reparos a celebrar debates en la televisión pública. Después explotarán algunas afirmaciones de los populares formuladas por distintos dirigentes. "Después de las elecciones no quedará ni un socialista", o "esperamos que el PSOE cuando pierda entregue el poder democráticamente". Según dirigentes del PSOE, "éste es el lenguaje de la derecha de siempre".

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