Largo me lo fiáis
Uno ya no se acuerda en qué fecha fue convocado a urnas por última vez; el despiste puede ser debido al pasotismo con que los asuntos de la política son tomados por una mesa electoral cada vez más abstencionista, que cada día se fila menos, y no sin razón, de los profesionales y aficionados de la cosa representativa, bien sean éstos gobernantes o mal llamados opositores (¿a qué y con qué alternativas se oponen?).El caso es que, según parece, estamos otra vez en periodo preelectoral, lo cual significa, entre otras cosas, que veremos a nuestros legítimos representantes y aspirantes a serlo con más asiduidad, no sólo ocupando los espacios más destacados de todo tipo de prensa, sino que tendremos ocasión de verlos en carne y hueso, y algunos ciudadanos tendrán incluso la oportunidad de hablar con ellos para expresarles su admiración o, lo que es peor, plantearles algún acuciante problema que ellos escucharán solícitos, dando promesas de solución, aunque, ya se sabe, ni nuestros más venerados santos satisfacen siempre nuestras solicitudes.
Políticos, politicastros, politizones y politiquillos emergerán, no se sabe bien de dónde, para convertir en improvisados púlpitos plazas, calles, locales públicos y mercados, cual si de vendedores de bulas se tratase. Nos darán soluciones para casi todo (los calvos aún no tienen parlamentario electo), y el que no los vote es porque, además de recalcitrante incrédulo, padece de intensa sordera.
De todos modos, la principal carretera de Extremadura, la única que une el norte con el sur de España, una de las vías de comunicación más antiguas del país (me estoy refiriendo a la N-630), sigue todavía casi como en tiempo de los romanos (los cuales, no sé bien por qué, la llamaban Vía de la Plata), y así seguirá, según todos los indicios, hasta el año 2007. ¿Será ése también un año electoral? Largo nos lo fiáis.-
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