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El imperio lucha por sobrevivir

IBM aborda una inevitable transformación cambiando de presidente

Antonio Caño

El nombramiento de Louis Gerstner al frente de IBM, la mayor compañía de informática del mundo, se considera el punto de partida de un proyecto de transformación de la empresa, que el año pasado presentó pérdidas de 5.000 millones de dólares (unos 590.000 millones de pesetas): demostración de que ha sido incapaz hasta ahora de asumir el gran desafío tecnológico planteado por las nuevas generaciones de ordenadores.

En varios sentidos, la crisis de IBM, la quinta mayor multinacional, no es más que un ejemplo de lo que desde hace media década le viene ocurriendo a otras empresas norteamericanas igual de sobredimensionadas: los mercados y las tecnologías se han desarrollado más deprisa de lo que estos gigantes eran capaces de reaccionar. Los problemas de IBM no son, por tanto, muy diferentes a los que un poco antes ha tenido que hacer frente la General Motors, desbordada por coches japoneses más pequeños, más baratos y de menor consumo, o los grandes almacenes Sears, superados por cadenas de menor tamaño pero con mucha más capacidad de acercamiento al cliente.En ese sentido, IBM está, simplemente, pagando las consecuencias del crecimiento insospechado del mercado de informática. Cada año aparecen centenares de modelos de pequeños desktop y labtop de asequible y rápido acceso al público con los que el gigante estadounidense no ha sido capaz de competir.

El imperio de IBM se construyó en los años sesenta, cuando el mercado de ordenadores estaba limitado a los Gobiernos y a poderosas empresas capaces de adquirir los grandes sistemas que la famosa compañía fabricaba. La firma fue creciendo y aumentando su plantilla hasta alcanzar en 1986 la cifra récord de 406.000 empleados.

A partir de ese año la compañía empezó a disminuir beneficios ante la creciente presencia en los mercados de las marcas japonesas. IBM, no obstante, no llegó a presentar pérdidas hasta 1992, el mismo año en que dejó su plantilla reducida a los 300.000 empleados.

Desde hace meses, una de las preguntas que circulaban entre las publicaciones especializadas en temas empresariales era la de por qué IBM no había reaccionado antes a su retroceso en el mercado, como sí lo hicieron, por ejemplo, las empresas automovilísticas.

Excesiva dependencia

El semanario The Economist menciona la versión de que la dependencia de IBM con el Gobierno norteamericano y otros Gobiernos -que eran sus principales clientes- era tan grande que la compañía se resistía a afrontar planes de reestructuración que dañasen la fuerza laboral de aquellos países en los que está introducida.Ahora que ese tipo de dependencia ya resulta innecesaria, porque hasta la computadora más complicada, la que puedan utilizar la CIA o la NASA, se puede encontrar en la tienda de la esquina, IBM tiene que asumir el reto de competir sin protección en el mercado de los pequeños computadores si quiere sobrevivir. Ese es un área al que se espera que se dediquen gran parte de los esfuerzos de Louis Gerstner.

El nuevo presidente y consejero delegado, un hombre de 51 anos con fama de trabajar a largo plazo, ha advertido que nadie puede esperar una solución de los problemas de IBM en unas pocas semanas. "Mi labor no va a ser de corto plazo. Trabajaré para obtener buenos resultados de manera sostenida", dijo.

Louis Gerstner es un caso más de la guerra de ejecutivos que se ha declarado en las empresas norteamericanas desde que comenzaron a soplar los vientos de crisis en Estados Unidos. IBM no ha revelado el salario que percibirá Gerstner, pero se sabe que en Nabisco ganó más de 450 millones de pesetas el año pasado.

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