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Juventud al poder

Es de suponer que las grandes citas son lugar propicio para jugadores con experiencia. Estos tensos y decisivos encuentros no suelen ser campo abonado para que jugadores noveles puedan dictar su ley. El Knorr-Real Madrid de ayer fue una excepción, porque la barrida blanca tuvo dos escobas de lujo: Ismael Santos y José Lasa.Por una vez no fue Sabonis el que rompió el partido, ni tampoco Biriukov. Brown lo hizo bien, recuperando su fino estilo, pero los mariscales de campo fueron dos jugadores que hasta hace pocos meses intentaban sobresalir en Primera B. El escolta madridista se comportó como un veterano curtido en mil batallas, con la ventaja añadida de poseer un insultante físico de 20 años.

Defensa ejemplar

Su defensa a Danilovic fue ejemplar. Dura como el pedernal, fría como el hielo. Inteligente sin perder arrojo, tranquila y reposada sin tener que volver la cara. Todo esto es necesario cuando te enfrentas a un jugador como Danilovic.El alero serbio utiliza todos sus recursos. Primero los deportivos, y si le fallan, otros que lo son un poco menos. Las tretas de la vieja escuela yugoslava, que tantos éxitos ha dado siempre. Nada le sirvió. Santos se pegó como una lapa, olvidándose del mundo exterior cuando el Madrid tenía que defender su terreno.

Fue una actuación imperturbable, por encima de las tretas que un desesperado Danilovic se vio obligado a utilizar, vista que la batalla la estaba perdiendo y de la mano de su impotencia, su equipo naufragaba. Una vez resuelto el partido, Santos no descansó. Siguió como si nada, persiguiendo por todos las esquinas al mejor escolta europeo, con lo que completaba su faena con una muestra de ambición envidiable.

Lo de Lasa no fue tan llamativo, aunque hay una prueba irrefutable de su buen quehacer. En el minuto 5 de la segunda parte y en plena reacción del Knori- (4042) volvió a salir a la cancha. El Madrid, de su mano, rehizo su camino, en esos momentos un poco titubeante, hasta convertirse en un huracán que asoló Bolonia dejando al líder de la Lega italiana, nada menos, con lo que todo ello puede suponer, como un trapo.

Con el joven base al timón, Sabonis empezó a carburar en ataque y Brown abrió la escuela de baile de salón. Lasa cumplió con creces la primera y fundamental condición que debe poseer un buen base: hacer jugar a sus compañeros. El Madrid tiene un pie y la mitad del otro en la final a cuatro que se jugará los días 13, 14 y 15 de abril, en Atenas. Por una vez, dejemos a las estrellas tranquilas y celebremos el éxito de la próxima generación.

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