Leer

La campaña para la lectura presenta un mono con un libro en la cabeza y la leyenda "Acércate y verás". Las cosas claras. Es el mensaje adecuado que la gente esperaba para ponerse a leer, excepto unos cuantos botarates que lo han entendido al revés y creen que se trata de una advertencia sobre el peligro que supone acercarse a los libros, pues el mono les puede pegar un mordisco.Ignoran los pobres diablos que el mono está inspirado en el Discurso para una Academia, de Kafka, y éste ha sido el gran acierto de la campaña: emitir un mensaje kafkiano para que sintonice con la realidad de la vida y todo el mundo pueda entenderlo. Otros eslóganes, basados en la obviedad y tomados de los escritores clásicos, habrían suscitado los recelos de la ciudadanía. Así, citar a Edmundo de Amicis cuando afirmó "una casa sin libros carece de dignidad", sería considerado un alegato fascista.

Un dramaturgo inglés, empeñado en que sus coterráneos cogieran gusto a la lectura, se ponía de ejemplo y les decía: "Vivo como un príncipe, porque desayuno con Aristóteles, almuerzo con Cicerón y ceno con Séneca". No convenció a nadie, naturalmente, pues andar por ahí presumiendo de ilustres compañías únicamente confirma la máxima orteguiana de que cada uno es él y su circunstancia (y, a veces, sólo su circunstancia; para qué nos vamos a engañar). Un servidor, sin ir más lejos, se acuesta cada día con su mujer y se despierta con Iñaqui Gabilondo, lo cual no es motivo suficiente para recomendar a los vecinos que hagan lo mismo.

El mono con el libro por montera, en cambio, posee una fuerza inductora que no puede fallar. Ahora bien, si después de semejante sinapismo mental la gente sigue sin comprar libros, la única alternativa que les queda a los campañistas es pasarse al sector de la alimentación. Eso, o el Viaducto.