Christiansen, el bailarín danés
El internacional del Barça B, cedido al Sporting de Gijón
, "Si ahora eres bueno, dentro de un tiempo serás fantástico". Era el año 1988, Thomas Christiansen tenía 15 años, su padre acababa de decirle que no se quedaba en Madrid y su madre confiaba en que aquel chaval acabaría siendo bailarín. "Me sometí a una prueba en el Madrid, me aceptaron, pero mi padre me dijo que tenía que volver a Dinamarca", recuerda Christiansen, jugador del Barcelona B, de Segunda División. Y su padre no se equivocó.
Ayer, cinco años después, fue despedido con gritos de "torero, torero", tras marcar un gol a Lituania. Christiansen cayó en las redes de ojeadores del Barça, tres años después que su padre no le permitiera fichar por el Madrid, y esta vez nadie pudo evitar que se instalara definitivamente en España. "Tiene las cualidades que nosotros buscamos: frivolidad y alegría en el juego", argumenta Toni Bruins, el técnico azulgrana que lo trajo de Dinamarca. "Cuando vino era un juvenil y el Barça B estaba en Segunda B. En estas categorías no se permiten extranjeros. Tuvo la fortuna de que su madre es española"."Viajé a Copenhague, le vi jugar con el BK 1903 y confirmé los informes que tenía. Después aconsejé a Johan Cruyff que lo fichase", explica Bruins. SI no hubiera dispuesto de la doble nacionalidad, el rubio delantero de cara aniñada seguiría jugando en Copenhague como aficionado y, si hubiera hecho caso a su madre sería bailarín en el Gran Teatro de Copenhague.
"Un poco crío"
Todos saben bailar muy bien en la familia Christiansen. Había semanas en que se reunían las familias más amigas y danzaban hasta el atardecer. "Su padre, muy aficionado al fútbol, siempre dice que su hijo se mueve en el campo de fútbol como un bailarín, porque tiene la música metida en el cuerpo", recuerda la madre de Thomas."Es un poco crío todavía, un crío divertido y agradable`, añade. "Yo no quería que se fuera, pero ya tenía 18 años, era mayor de edad, y no pude retenerle. Pero le puse una condición: yo, su padre o su hermana, uno de los tres procuraría estar siempre a su lado en Barcelona". "Allí, en Dinamarca, el fútbol no es nada", afirma el joven jugador.
Como español, nacionalidad que eligió con la mayoría de edad, su única preocupación es el servicio militar, para el que ha pedido prórrogas. Poco problema parece. A sus 20 años ya es un profesional del fútbol que gana lo suficiente -acaba de renovar un contrato por tres años más con una ficha cercana a los tres millones de pesetas y una cláusula de rescisión de 800 millones- como para comprarse un equipo completo de esquí aunque el club le prohíba esquiar.
"Es rápido, hace goles [lleva 13 en la Liga con el Barcelona B] y es valiente", explica su entrenador, Quique Costas, quien, en cualquier caso, no tuvo ningún reparo el pasado domingo de acusarle de "pasearse" en Villarreal.
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