Los consumidores españoles de carburantes pagarán 24.000 millones más que en 1992
Los consumidores españoles de carburantes (excepto Canarias) pagarán este año entre 22.000 y 24.000 millones de pesetas más que en 1992 como consecuencia de la liberalización en la fijación de precios, según se deduce de los análisis de la Delegación del Gobierno en Campsa. El incremento de la factura, sobre el mismo consumo, se explica porque el precio de venta al público desde el principio de este año, se ha encarecido aproximándolo más al máximo fijado por la Administración. Las refineras aseguran que la competencia se va a notar más en la dife rencia de productos y servicios que en los precios de venta al público, que los mantendrán en sólo unos 50 céntimos por debajo de] precio máximo oficial, frente a una peseta de antes. Con todo, la gasolina española es la más barata de Europa, con excepción del Reino Unido y Luxemburgo.
La liberalización de precios de los carburantes está provocando en la práctica un efecto totalmente contrario al esperado y que la propia Administración y las empresas habían transmitido al consumidor, de manera que ahora los precios, son más caros que antes.Una fuente de una compañía afirmó ayer que "la liberalización trae competencia, pero ésta no implica siempre un abaratamiento de precios. También hay que tener en cuenta los productos y los servicios. Cuando las multinacionales tengan más presencia en el sector se notará más en los precios".
Hasta el pasado mes de ene ro, las refineras españolas (Repsol, CEPSA y BP Oil),que cubren más del 90% de las esta ciones de servicio existentes en España (excepto Canarias), mantenían los precios estable cidos por Campsa, de la que además eran sus accionistas. Con la obligada desaparición del monopolio de petróleos es pañol, las refineras comenzaron a determinar directamente sus precios de venta al público.
Márgenes
Durante el mes largo de aplica ción del nuevo sistema, el cambio más importante que se ha observado ha sido la reducción de la distancia entre el precio de venta al público y el máximo fijado por la Administración. Esto, en la práctica, supone que comprar gasolina o gasóleo es más caro desde enero. Los precios máximos habrían sido los mismos con o sin liberalización porque responden a una fórmula fija -admitida por la CE- que recoge la evolución del precio del crudo en los mercados internacionales y de los carburantes en seis países comunitarlos. Los precios de ven ta al público los fijan libremente las empresas, con la única condición de no rebasar el máximo. Hasta final de 1992, Campsa había dejado un margen (diferencia entre el precio máximo y el de venta al público), en todos los carburantes, superior a una peseta, según los datos de la Delegación del Gobierno en la empresa. Ahora, las empresas refineras han roto ese margen y lo han reducido a 50 céntimos. Fuentes de las refineras han asegurado que, para rentabilizar al máximo las existencias, tendrían que mantener unos Márgenes de 50 céntimos como tope. El propio José Luis Díaz Fernández, ex presidente de Campsa y responsable comercial de Repsol, mantuvo esta misma posición en unas recientes declaraciones.
Las empresas españolas del sector mantienen una diferencia mínima de precios entre sí (Repsol tiene precios distintos según las provincias, mientras las otras lo tienen igual en toda España). Las multinacionales siguen la pauta de las españolas.
Los cálculos, según análisis de la Delegación del Gobierno en Campsa (ahora CLH), establecen que si los márgenes impuestos por los operadores hasta ahora -0,30 pesetas de media por debajo del máximo- se mantienen todo el año, la recaudación -o lo que es lo mismo, lo que pagan los consumidores- por el mismo consumo de litros de carburantes aumentaría casi 24.000 millones.
De esta cifra total, a la gasolina súper (87% de la gasolina consumida en 1992) le corresponden 8.800 millones, con una diferencia en el precio por litro de 0,90 pesetas entre la media de 1992 y la media de los dos meses de 1993. La gasolina sin plomo, que el año pasado ya rebasó a la normal, supondrá unos 550 millones, con una diferencia de 0,70 pesetas por litro. La normal supondrá algo más de 1.000 millones, con una diferencia de 1,50 pesetas. Los gasóleos de automoción (gasóleo A) aportan unos beneficios mayores a los de la súper, con más de 11.700 millones.
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