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El Español y el Valencia regalaron aburrimiento

Carlos Arribas

El Español de Novoa logró anoche un punto frente al Valencia y regaló aburrimiento a los espectadores. La prudencia del equipo blanquiazul estuvo a punto de triunfar sobre el conformismo valenciano, pero un ramalazo de genio de Fernando dejó las cosas en igualdad.Jose Manuel Novoa no es un hombre dado a las alegrías. La máxima de la prudencia se suele resumir en el refrán nadar y guardar la ropa. El técnico blanquiazul profundizó ayer en el lema y lo convirtió en guardar la ropa y, si se puede, nadar algo. Sacó un equipo con 10 jugadores pendientes de defender y un solo delantero, Escalch.

Al rubio ariete, varias semanas apartado de la titularidad, lo devolvió al equipo con el mismo tratamiento que dispensaba a Fonseca: una ración de soledad de 60 minutos. Quizás para que pensara en sus pecados. Después, con la entrada de Lluís, le dio una alegría. Convirtió el 4-5-1 inicial en un 4-3-3, con Elguezábal de lateral y Santi Cuesta de extremo. Demasiada ligereza, debió de pensar el técnico, al ver cómo al 1-0 le siguió casi seguido el empate definitivo.

Tantas precauciones tomó inicialmente el equipo local que Guus Hiddlnk, entrenador holandés del Valencia, se sintió como si le hubieran robado la patente, porque su equipo salió con cinco defensas. Boro se pegó a Escalch y Giner fue una lapa sobre Korneiev. Total: 60 minutos de sopor.

El Español vivió una noche de omisión en el centro del campo. Los rusos, Korneiev y Kuznetsov, se cansaron pronto del libro de instrucciones de Novoa, lo rompieron en un par de jugadas arriesgadas y, ante el temor de verse reprendidos, dimitieron. Elguezábal, el obediente, tomó el relevo y coartó cualquier posibilidad creativa con su lentitud y escasa creatividad. Hasta que se cansó de iniciar todos los proyectos de ataque. Nadie le sustituyó en la responsabilidad. Hasta el ,minuto 60.

Comenzó otro partido. No mucho mejor pero algo animado. La entrada de Lluís dio más preocupaciones a los tres centrales valencianos. Las subidas de Santi Cuesta dejaron a Quique sin ganas de subir su banda. Escaich encontró más huecos. Hasta tuvo una oportunidad para fallar antes de marcar. Llegó el gol y el Valencia se despertó. Roberto salió a jugar y cambió el espíritu de su equipo. Dos magníficos paradones de Emilio, a remates de Roberto y Tomás, prologaron el tanto de la igualada. Ese gol supone el segundo negativo para el Español.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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