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Moda femenina en los 'ochomil'

Cinco españolas se suman a Nos y Verge, pioneras en las montañas del Himalaya

Coronar las montañas más altas del mundo, en el Himalaya, ya no es privilegio masculino. El alpinismo femenino español también ha sucumbido al encanto de las 14 cumbres superiores a 8.000 metros. Magda Nos y Mónica Verge, las primeras españolas en coronar uno de ellos, el Cho Oyu (8.201 metros), en 1989, han dejado de ser las únicas en pisar uno de los colosos. Shisha Pangma (8.046), con dos catalanas -Nos suma su segunda cumbre-, y dos andaluzas, y Cho Oyu con dos vascas, han aumentado la presencia de mujeres en el montañismo español.

Magda Nos (45 años) holló lacima del Shisha Pangina por su vertiente norte, la más fácil, al mediodía del pasado 26 de septiembre, junto al sherpa Ang Phuri. Veinte minutos más tarde lo hicieron, por el mismo itinerario, las andaluzas Inmaculada Fernández (43) y Amparo Ortega (34). Dos días después, la catalana Araceli Segarra (22) alcanzó la cumbre utilizando una ruta distinta, complicada, la cara sur, un largo corredor vertical de 2.000 metros. El 17 y 20 del mismo mes, la vasca Amaia Arantzábal y la navarra Pilar Ganuza, coronaron el Cho Oyu, también por la ruta fácil. Las seis alpinistas estaban integradas en ex pediciones mixtas.La mujer española se ha incorporado definitivamente a la carrera de los ochomil. Son pocas, siete hasta la fecha. Los hombres superan el centenar. Pero han roto barreras. La timidez femenina para integrarse en las expediciones de sus compañeros tiende a desaparecer. Las alpinistas llevan varios años manifestando que una mujer con experiencia puede rendir tan bien en altura como el hombre.

Progresar poco a poco

Magda Nos, la pionera española en los ochomil, es contundente. "La mujer no se atreve a participar en los grupos de los hombres porque tiene tendencia a depender de él", señaló ayer a EL PAÍS, en conversa ción telefónica desde Katmandú. "Y eso es un error. Es cuestión de salir, de progresar poco a poco, de demostrar que tiene la misma capacidad que el hombre, aunque al principio sea por las rutas más repletas de alpinistas", añadió. "Ese es el primer paso, luego ya vendrán los auténticos retos del Himalaya".La apuesta ya está hecha. El himalayismo femenino español todavía está lejos del europeo, americano o japonés. Desde que la japonesa Junko Tabei se convirtió en la primera mujer en el mundo en conquistar el Everest (8.848), en 1975, decenas de mujeres han compartido con los hombres el sueño de alcanzar el cielo en las alturas. La polaca Wanda Rutkiewiez, desaparecida el pasado mes de mayo cuando intentaba ascender al Kangchenchunga (8.598 metros), lidera la colección femenina mundial de ochomiles, con ocho.

Las pioneras ya veteranas del himalayismo femenino español, como Nos, Fernández y Ortega pueden respirar tranquilas. Saben que han puesto la primera piedra en esa siempre arriesgada aventura. Un ejemplo. La ascensión de Araceli Segarra, por la cara sur del Shisha Pangma, abre una nueva página de la escalada en vertical a las grandes paredes.

Araceli la única mujer integrada en la expedición de la Universidad Politécnica de Cataluña compuesta por ocho miembros y la más joven del país -la media de edad no sobrepasa los 24 años- que ha conseguido un ochomil, formó parte de la cordada de cuatro alpinistas que pisaron la cumbre. La ruta empleada está considerada como una de las más complicadas. Se trata de un largo corredor de 2.000 metros de altura, escalada hasta la fecha en tres ocasiones.

El engranaje en el himlayismo femenino está listo. La nueva generación, el cambio de mentalidad en el montañismo español está servido.

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