_
_
_
_
_

Del INI a, la Conferencia de Paz de Madrid

Sólo la muerte ha podido truncar 20 años de carrera política de Francisco Fernández Ordóñez

No pudo estar en Maastricht, ni tampoco en Lisboa. Es como si su enfermedad se hubiera empeñado en alejarle, en sus últimos meses de vida, de lo que más había disfrutado durante los más de 20 años que llevaba en política: el bullicio. A Francisco Fernández Ordóñez le gustaba mucho la política. Muchísimo. Tanto, que pretendió mantenerse en la Administración hasta el mismo final de su vida. Pero la última recaída se lo impidió. Paco Ordóñez ha muerto con 62 años recién cumplidos, sin cargo público. El cáncer le impidió terminar su carrera en el palacio de Santa Cruz. Aunque su memoria y sus maneras permanecen allí, según palabras de su sucesor, Javier Solana.

Más información
Siempre al teléfono
El ex ministro de Exteriores fallece a los 62 años, mes y medio después de abandonar el cargo
Afecto y admiracion unanimes para un político querido
Unos maravillosos gestos

"Yo sigo en el mismo sitio, los que han cambiado son los demás", solía responder Francisco Fernández Ordóñez a los que le acusaban de haber cambiado de chaqueta muchas veces en su vida política. Y los que compartieron con él su ideario, en uno u otro momento de sus más de 20 años de carrera política, ratifican la explicación del hasta hace sólo 46 días ministro de Asuntos Exteriores. "Paco fue un socialdemócrata convencido, que supo conjugar esa ideología política con sus creencias religiosas y un sentimiento liberal que le permitió amoldarse a las circunstancias de cada momento", explica un buen amigo y colaborador suyo durante largos años.Hasta sus enemigos -políticos, por supuesto-, le reconocen en sus críticas ese saber hacer en el difícil mundo de la transición política y, sobre todo, los logros obtenidos en su larga trayectoria. La reforma fiscal, la Ley del Divorcio y la plena integración de España en el mundo occidental, conforman una parte importante del activo de Francisco Fernández Ordóñez.

Cuando a finales de mayo el estado de salud de Ordóñez comenzó a empeorar, Inocencio Arias, secretario de Estado para la Cooperación Internacional y amigo íntimo del ex ministro de Asuntos Exteriores, declaró lacónicamente: "Paco se ha dejado la piel en los aeropuertos".

Algo así ha sucedido. Aunque la piel de Francisco Fernández Ordóñez no sólo se quedó en los últimos siete años de continuos viajes como titular de Exteriores. Fue quedando, a jirones, en los oscuros pasillos del viejo Ministerio de Hacienda, en donde trabajó primero durante el franquismo y más tarde con el primer gobierno de la democracia; en el noble edificio de la plaza del Marqués de Salamanca, en el que dimitió como presidente del INI, arrastrando tras de sí a personajes como Miguel Boyer o Carlos Solchaga; en su firma estampada sobre la Ley del Divorcio, que le enfrentó a sus compañeros de partido; en su voz alzada contra el entonces ministro del Interior Juan José Rosón -el único grito político que se le recuerda-, a raíz del caso Arregui; en sus años de exilio dorado en el Banco Exterior de España; en el gabinete de crisis durante la guerra del Golfo y, sobre todo, en su última batalla por vivir. Junto a él, siempre a su lado y sufriendo los sacrificios de ese empeño político, su mujer, Mari Paz García.

Francisco Fernández Ordóñez nació en Madrid, el 22 de junio de 1930, en el seno de una familia burguesa de 10 hermanos. Acababa de cumplir, por tanto, 62 años. Siempre destacó por ser inteligente y, sobre todo, listo. Consiguió el premio extraordinario de fin de carrera cuando se licenció en Derecho por la Universidad de Madrid. Viajó entonces a Estados Unidos con una beca oficial, que le permitió perfeccionar su inglés y, de paso, conseguir un diploma en International Tax Program por la Universidad de Harvard.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

A su vuelta, en 1954, ingresó en la carrera fiscal, con el número uno de su promoción y se casó con Mari Paz García "mi última certidumbre", aseguraba Fernández Ordóñez- No tuvieron hijos. Como fiscal, su primer destino fue Moguer, en Huelva; el pueblo de su leído y releído Juan Ramón Jiménez. Porque si Fernández Ordóñez tenía una pasión casi tan fuerte como la política, era la literatura. Autor de dos libros, La España necesaria (1980), y Palabras en libertad (1982), escribió además numerosos poemas que nunca se atrevió a publicar. En 1959 ingresó, por oposición, en él cuerpo de inspectores técnicos Fiscales del Estado trabajando en varias delegaciones de Hacienda.

Ordóñez se abrió camino en la Administración franquista, gracias a una mezcla de brillantez, ambición y diplomacia. Eran tiempos difíciles, en los que no convenía destacarse políticamente. Además, Paco Ordóñez no tenía por entonces ninguna vinculación partidista. En 1973 llega al máximo cargo técnico al que aspiraban los funcionarios: subsecretario. Su habilidad política le permitió ya entonces mantener una línea neutra en un momento en el que el régimen de Franco comenzaba a agonizar. El año siguiente fue nombrado presidente del Instituto Nacional de Industria. El más joven que el INI había tenido nunca.

Su etapa en el INI no fue fácil. Pero sí fructífera. Allí entra en contacto con muchos activistas de la oposición al franquismo, con los que conecta rápidamente. Aflora entonces su talante político, que le lleva a presentar su dimisión en septiembre de 1974, siete meses después de ocupar su cargo, por discrepancias con el Gobierno de Arias Navarro. En su abandono le siguen, por fidelidad, los que luego serían ministros de Economía y Hacienda socialistas Miguel Boyer y Carlos Solchaga, a los que él había defendido contra los ataques de los azules.

Durante la transición creó el grupo Izquierda Socialdemócrata, y fue miembro de la Comisión de los Nueve, representativa de la oposición democrática que negoció el proceso constituyente con el presidente Suárez. Fue entonces cuando fundó el Partido Socialdemócrata. Esta formación, de la cual fue elegido presidente, acabaría integrándose en la Unión de Centro Democrático pese a la oposición del propio Fernández Ordóñez.

En esos años, el partido de Suárez era una especie de corte de los milagros, donde los barones conspiraban en contra de un presidente con enormes dotes de fajador. Paco, como le gustaba que le llamaran los periodistas, se integró perfectamente en ese ambiente, cuando en 1977 entró a formar parte del Gobierno como ministro de Hacienda..A Ordóñez le tocó lidiar el toro

más difícil de la época, aunque también el que ofrecía mayores posibilidades de lucimiento: la Ley de Reforma Fiscal.En 1980, Ordóñez dio una nueva vuelta a la tuerca de su vida política cuando aceptó el cargo de ministro de Justicia del que sería último Gobierno de UCD. En ese puesto sacó adelante otra de las leyes que más han marcado el cambio en la sociedad española: latey del Divorcio. Una ley que llevó al propio ministro a Idefinirse, en un alarde de pragmatismo, como, el antiabortista mas proabortista de la UCD". En esos años vivió el que él considera "el peor día de su vida", cuando varias decenas de guardias civiles tomaron al asalto el Congreso.

Ya alejado de las responsabilidades de gobierno, fundó el Partido de Acción Democrática. Un partido de tintes socialdemócratas con el que participó en las elecciones de 1982 integrado en las listas del PSOE. Los más malévolos quisieron ver en este hecho la demostración palmaria de que sus ansiag de poder no respetaban partidos ni ideologías. Pero él negaba estas acusaciones: "Yo siempre he estado en el mismo sitio, los que han cambiado, han sido los demás", decía.

Tras una travesía de cuatro años por el desierto del reciclaje político, durante la que ocupó la presidencia del Banco Exterior de España, fue repescado en 1985 por Felipe González para sustituir a Fernando Morán en la cartera del Exteriores. El presidente socialista confió en su capacidad de gestor y en sus dotes de conciliador, para llevar a cabo la reforma del servicio exterior de cara a la todavía reciente entrada de España en la Comunidad Europea. La última gran prueba de fuego para la democracia española se volvió a dejar en manos de este hombre.

Ordófiez utilizó el argumento comunitario para ganar el referéndum del Gobierno sobre la OTAN en, 1986. Profundamente atlantista, consideró que el futuro de España pasaba, en ese momento, por la permanencia en la organización defensiva. En 1988, recompensó a ese sector de la sociedad española que reclamaba la retirada de las bases norteamericanas del territorio nacional, y ejerció de inflexible negociador con el entonces secretario de Estado estadounidense, George Shultz, hasta conseguir la renegociación del Convenio Bilateral con Estados Unidos para la salida de los F-16 de Torrejón.

Durante su época al frente del palacio de Santa Cruz, se establecieron relaciones diplomáticas- con Israel y se impulsó la colaboración económica y política con los paises del Magreb. Esa política conciliadora con unos países inestables le supuso, en otoño de 1991, la organización de la Conferencia de Madrid para la Paz en Oriente Próximo. Su mayor éxito diplomático.

Sus problemas de salud le impidieron estar en la cumbre de Maastricht, en diciembre pasado. Era un aviso definitivo. Ordóñez se quejó con amargura de "lo difícil que es ver los toros desde la barrera". A pesar de todo, siguió luchando hasta el final, conesa tozudez política que arrastró durante dos décadas. Ambición, diplomacia, brillantez, simpatía... todo se acabó. Francisco Fernández Ordóñez decía no hace mucho, parafraseando a Pablo Neruda: "Confieso que no he vivido". Pero si vivió. Y su memoria sigue viva.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_