Esotericos al aire libre
Los echadores de cartas del parque del Retiro se organizan
No trabajan en la penumbra de los aposentos de los médiums, sino en el parque del Retiro. Pero sus nombres de guerra siguen la ortodoxia ocultista: profesor o gran son tratamientos que anteceden al apellido. Alguno incluso utiliza, seudónimos con reminiscencias medievales, como Tristán de Braker. Doce de los más veteranos echadores de cartas del Retiro se han asociado para dignificar su oficio y protegerse de la competencia desleal.Nada de magia negra ni de otro color. Ésta es la consigna de la recién creada Asociación de Echadores de Cartas del Retiro. El colectivo está formado por 10 esotéricos de los 20 o 25 que instalan su mesa en el paseo del estanque para leer el futuro en las cartas o la personalidad en las líneas de la mano.
"Nosotros no predecimos muertes ni enfermedades graves; si vemos algo, recomendamos chequeos médicos", afirma uno de ellos, apodado Tristán de Braker, aunque en su carné de identidad aparece un vulgar Alfonso Galán. "Si le dices a alguien que se va a morir, le vas a producir una angustia espantosa , y además, no puedes hacer nada contra ello, porque es el destino", apostilla Lola, su mujer. "Los que lo hacen es para ofrecer después al cliente filtros o pócimas para conjurar el peligro y así ganarse 100.000 pesetas".
"Al principio, el público no se animaba a sentarse, sobre todo los hombres", recuerda Julio Canteros, un argentino pionero en desplegar su mesa de cámping en el Retiro, en 1986. "Ahora ya no puedo decir si son más hombres o mujeres los que vienen".
El pasado marzo, la Policía Municipal les echó del parque, pero algunos de ellos consiguieron un permiso del Ayuntamiento y licencia fiscal para volver a sus puestos. Los problemas con los colegas no autorizados surgieron cuando, en abril, la Junta de Retiro concedió el permiso. "La policía debió de pensar que todos teníamos licencia y dejaron de pedirla", comenta Canteros, secretario de la asociación. Algunos echadores de cartas carecen de permisos, licencia fiscal o de la preparación adecuada, según los representantes de esta sociedad. Además, los hay que ofrecen sus servicios adivinatorios a los paseantes a cambio de un bocadillo o una lata de cerveza, actitud que los echadores de cartas oficiales consideran "poco seria y degradante para la profesión".
Por 500 pesetas leen la mano ("esta línea tan rara también la tiene Alfonso Guerra"), y por 1.000, las cartas, aunque si se prefiere una predicción más exhaustiva del futuro, el precio sube a 2.000 pesetas. "Yo cobro un poco más porque tengo más fama", explica José Luis Fernández, Profesor Falcón, presidente de la asociación.
Profesionalidad
Además de ejercer en el parque, donde acuden casi todos los días del año, algunos escriben artículos o libros, e incluso participan en equipos de investigación de fenómenos paranormales. Alfonso Galán ha sido uno de los muchos estudiosos que han buscado en el palacio del Linares los fantasmas o apariciones que supuestamente pululaban por la actual Casa de América. Galán está empeñado en demostrar al mundo que existen fenómenos paranormales para que los Gobiernos subvencionen las investigaciones, que normalmente son muy costosas.
Lola se jacta de no hacer distinciones entre sus clientes: "Para mí, todos son famosos. Y a lo mejor prefiero echarle las cartas a un fontanero jubilado muy simpático que viene mucho que al presidente del Gobierno". Pero su marido no está del todo conforme con esta actitud: "Si te codeas con gente importante vas para arriba".
Los echadores de cartas no se ponen de acuerdo sobre si cualquiera puede o no ser esotérico. "El hombre es Dios", dice Alfonso. "Cualquiera que estudie y se interese, puede desarrollar su mente en la dirección adecuada". Otros piensan que se necesita una fuerza mental especial.
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