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Induráin marca un hito en Luxemburgo

Induráin es invencible contra el reloj. No recuerda la historia moderna de¡ ciclismo un corredor capaz de inaugurar otras magnitudes cuando los grandes se comparan entre sí. Luxemburgo se convierte en una referencia histórica para todas las generaciones, en activo porque se dirá que en aquella ciudad se disputó una contrarreloj a mediados de julio del 92 en la que cualquier corredor hubiera sido doblado por Induráin. Tal fue la diferencia entre uno y el resto que el Tour quedó conmocionado. Si Induráin resulta invencible en los Alpes, den por inaugurada una nueva era. Y España habrá encontrado a su deportista más grande.

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Situado Induráin sobre la bicicleta cualquier artilugio mecánico, novedad tecnológica o avance en la aerodinámica resultan superficiales. Sencillamente, es más rápido y más fuerte que cualquier otro. Su motor dispone de mayor cilindrada y funciona brillantemente ante cualquier recorrido. La previsión más optimista colocaba a Induráin obteniendo una renta de un segundo por kilómetro ante su más directo rival, el italiano Bugno. la realidad ha impuesto un beneficio extraordinario: unos cuatro se gundos por kilómetro. Si se tratara de la industria automovilística, los expertos hablarían de un nuevo modelo capaz de romper el mercado en pedazos. En términos ciclistas es equivalente a ex poner que ha nacido el nuevo Merckx, el nuevo Anquetil, el nuevo Hinault, a gusto del lector. En el más reducido ámbito del Deporte español significa ha blar del deportista más grande de todos los tiempos. Tan grande que el 92 se recordará por los Juegos y por Induráin.La contrarreloj de Luxemburgo desveló su secreto en la primera referencia, al kilómetro 22 cuando concluía el primer tercio de etapa y el trazado discurría sobre una autopista. Las diferencias entre Induráin y cualquiera de los favoritos eran ya tan sensibles que en algunos casos correspondían a lo que cualquier especialista hubiera especulado como ventaja final. No era de este mundo lo que estaba haciendo.

Progresión

Su progresión se mantuvo imperturbable, cada vez era más sólida su diferencia, se abría un abismo entre el navarro y los notables. El Tour quedó partido en dos pedazos. Induráin hacía una contrarreloj que superaba los límites de la razón, mientras los grandes cumplían con los pronósticos. Cualquier juicio tenía necesariamente que hacer esta distinción entre uno y otros para no llegar a una conclusión tan breve como simple: no hay quien pueda con Induráin, es invencible y el ciclismo ha encontrado el campeonísimo de los 90, al igual que Anquetil lo fue en los 60, Merckx en los 70 e Hinault en los 80. Si alguien quiere contar algo más acerca de este Tour no tiene más remedio que eliminar a Induráin de la clasificación.

En ese estrato, Bugno fue el mejor y superó en 23 segundos a LeMond, en 29 a Roche, en 1.11 a Delgado, en 1.39 a Chiappucci y en 2.08 a Breukink. Sin Induráin, el Tour se habría puesto muy emocionante, francamente igualado, y el ciclismo español mantendría su cartel alabando la buena actuación de Delgado ante los especialistas. ¿Especialistas? ¿Qué se puede decir de ellos si existe por ahí un corredor capaz de doblarles en su terreno? Ya no hay especialistas. Hay un especialista. Y hay que esperar a que envejezca para encontrar un rival capaz de hacerle frente. La conmoción ha sido demasiado grande.

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