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El Joventut revalida su titulo ante un Madrid sin Martín y con Simpson renqueante

Robert Álvarez

El Joventut hizo historia. Ganó su segundo título consecutivo. Sacó provecho en el quinto partido de un Real Madrid que se rindió sin condiciones. De paso, certificó todas las teorías, una por una: el mejor de la fase regular, el que menos bajas acumula, el que puede decidir en su pista, acaba ganando la Liga. La eliminatoria precisó de cinco partidos pero la igualdad fue tan sólo relativa. Más que igualdad se comprobó una notable irregularidad en ambos finalistas, especialmente acusada en el Real Madrid. El partido decisivo de ayer da fe de ello.La contienda quedó coja ayer. El Madrid se presentó sin Antonio Martín, convaleciente de una grave lesión producida en el cuarto envite, y con Simpson renqueante de una rodilla. Algo parecido le sucedió al verdinegro Thompson que, cuando todo ya estaba decidido, lanzó definitivamente la toalla tras haber disputado todos los partidos sin las muletas que por el mal estado de su rodilla necesitaba.

El Madrid palió su falta de pivots durante los ocho primeros minutos. Cargol actuó en ese puesto. Se emparejó con Morales, le detuvo en defensa. Y en ataque el alero madridista desestabilizó a los badaloneses. Saliendo de la zona, creó un hueco que no supieron resolver inicialmente los anfitriones. Después de obtener seis puntos de ventaja, 7-13, el Madrid se mantuvo en el partido hasta casi el final del primer tiempo.

Pero el Madrid optó incluso entonces por soluciones intuitivas y no le importó depender en exclusiva de Brown, autor de 19 de los 36 puntos de su equipo hasta que hizo su tercera falta. El Joventut sólo había obtenido una ventaja de dos. Pero en los dos últimos minutos del primer período la amplió hasta los nueve, 4738.

El Madrid pisó el acelerador más de la cuenta. A pesar de que dominó el rebote en los 2,0 primeros minutos, de que obtuvo canastas muy rápidas que descentraron al Joventut, de que encontró un filón en Brown, actuó sin cerebro. Perdió la posesión del balón y acumuló faltas como si en ello no le fuera la vida, lanzó triples sin complejos a pesar de que falló una y otra vez y eso tan sólo fue el principio de un nefasto final en el que colocó su cabeza en una bandeja y se la entregó al Joventut.

La mejor virtud de los badaloneses es que actuaron de una forma muy compacta. Su cinco titular se repartió la responsabilidad a partes iguales. El Madrid no encontró resquicios. Smith se comió a Simpson, Rafa Jofresa a Antúnez. Thompson bailó bajo los aros. Morales, en la segunda parte, secó a Brown. Tan sólo le fallaron los relevos que, ayer, se limitaron a oxigenar pero no aportaron gran cosa, a excepción de Ferrán que hizo algo más.

Pero el Madrid aún dispuso de un último cartucho que desaprovechó. Fue cuando en una nefasta fase del juego verdinegro quedaron sueltos hasta cinco balones y se pasó de un 53-43 a un 56-54. Los dos equipos evidenciaron entonces su total agotamiento. Anotar una canasta resultó una tarea ciclópea. Hasta que Lolo Sainz pidió un tiempo muerto y Luyk cometió el error de sustituir a un inspirado Llorente. El Joventut volvió a despegar, de forma irremisible. El Madrid se autoexcluyó del partido. Fallo en esa fase siete de los 10 tiros libres que lanzó. Por si fuera poco, Villalobos fue eliminado y Brown, Biriukov y R.omay sumaron sus cuartas faltas cuando todavía faltaban ocho minutos para el final.

El pabellón empezó a festejar el título. La suerte estaba echada. El Joventut volvía a conquistar el título. El Madrid se despedía de él por sexto año consecutivo. El Joventut se redimió de su fracaso en la final de la Liga europea. El Madrid se salvó, teniendo en cuenta su negro quinquenio precedente, gracias a su clasificación, para jugar la máxima competición europea.

Ha sido una final afeada por los baches de los dos contendientes, por alguna incoherencia técnica surgida desde el banquillo, por la ausencia del instinto asesino, por la agresividad de otros envites anteriores, o por determinadas lagunas arbitrales. Pero, al mismo tiempo, una final realzada por las alternativas, por un buen número de variantes tácticas, por alardes como los de Tomás Jofresa, Smith, Simpson y Biriukov, y por la falta de complejos de ambos para ganar en cancha contraria.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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