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69 horas con el cadáver de su marido

Dolores García sobrevive tres días aprisionada en su coche tras despeñarse en un barranco de Lugo

Tres días de sed y pesadilla, con sus respectivas noches de miedo y frío, no fueron suficientes para que Dolores García Calvo, de 25 años, malherida y sin poder moverse, perdiera la esperanza de salir viva de un barranco olvidado en una carretera cercana a Mondoñedo (Lugo). Atrapada entre los hierros del coche con el que se despeñaron en una curva, tuvo como única compañía el cadáver de su marido, José Antonio Muñiz Casal, de 38 años, que murió en el accidente. Durante ese tiempo, Dolores, que no llegó a perder la conciencia, pidió sin cesar auxilio y se quejó a gritos de sus heridas. Pero nadie podía oírla.La impresionante historia protagonizada por esta joven gijonesa, que ahora se recupera en el hospital de Jove de la ciudad asturiana, comenzó el pasado miércoles. Ese día, el matrimonio salió de Pontevedra hacia Asturias para visitar a la abuela enferma de Dolores, que ahora está con ella en el mismo sanatorio.

En una de las miles de curvas de la carretera N-634, en la pequeña localidad de Sasdóriga, el coche se salió a medianoche de la calzada y se precipitó unos 70 metros monte abajo dando varias vueltas de campana. Quedó sobre un pequeño riachuelo en un lugar intransitable oculto por la vegetación.

"Cuando comprobé que estaba viva, llamé a mi marido, pero no me contestó", ha declarado Dolores García. Después, rodeada por la oscuridad e inmovilizada por la chatarra, se dio cuenta de la gravedad de la situación. Sentía un intenso dolor en una pierna, por donde sangraba. Pronto será operada de sus fracturas, en cuanto desaparezcan las larvas de sus heridas.

Con la primera luz del día, vislumbró a su esposo, que yacía inerte en las proximidades. Permaneció así hasta el sábado, bien entrada la tarde. Tuvo, sobre todo, ganas de salvarse. Se las arregló para colgarse la pierna de una camisa enrollada y ponerla en alto para mitigar el dolor. También consiguió beber agua del riachuelo cercano. "Tenía mucha sed, pero no ganas de comer. Mucho frío por las noches, y mucha sed".

Nadie sospechó que se hubiera producido un accidente en aquel punto de la carretera, muy transitada, pese a las señales en una valla quitamiedos. Las vías de comunicación entre Asturias y Galicia son infernales. Recientemente, la Junta del Principado ha pedido, por tercera vez, la prolongación de la autovía del Cantábrico.

Sólo una joven de la aldea de Sasdóriga, Magdalena Prieto, se mostró preocupada por la avería de la valla. Su instinto la llevó con un amigo al lugar de los hechos. Enseguida oyeron una voz sin fuerzas que pedía ayuda. A pesar de las 69 horas transcurridas, Dolores mantenía toda su entereza.

Mientras tanto, sus padres vivían otra odisea. Sabían que el matrimonio tenía pensado llegar el jueves de madrugada y esperaron, intranquilos, hasta que denunciaron el caso en comisaría. La policía confirmó que habían salido de Pontevedra, pero no aportó más información. El sábado por la noche recibieron tina llamada de Lugo anunciándoles lo sucedido. La propia Dolores había anotado en un papel, minutos después de ser localizada, el teléfono de sus padres.

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