Decidió un especialista
El desarrollo de la final propició una conclusión inicial inmediata. El Sampdoria, otorgando al Barça el rango de favorito, efectuó una detallada lectura previa del juego azulgrana y perfiló una batería de respuestas válida. Cruyff, por el contrario, leyó la alineación del rival y le puso réplica con un defensa de más, pero fue fiel a su estilo.
1. El movimiento del balón. El Barcelona basa su juego en la posesión continuada de la pelota y en un continuo ritmo-velocidad de la misma. Para ello posee hombres de soberbio repertorio técnico. Sin embargo, el Sampdoria, conjunto de mentalidad defensiva, impidió el aseado fútbol azulgrana y enfrió el ritmo de juego con movimientos cortos y horizontales. Todo su bagaje defensivo quedó depositado en desplazamientos largos inesperados, culminados con balones altos y cruzados al área en busca de sus mejores rematadores. En este punto fue evidente la inferioridad del Barcelona en el juego aéreo. En la segunda parte, el Barça consiguió, sin embargo, imprimir velocidad al juego, de lo que obtuvo mejor rendimiento. El Barcelona se reencontró con su fútbol, pero el gol se le negaba.
2. Las ocasiones de gol. El equipo de Cruyff no disfrutó de su habitual porcentaje de ocasiones, lo que mermó sus posibilidades. El Barra no acostumbra a sobrevivir en encuentros con poco peligro para el rival. Pero ayer prefirió guardar primero sus espaldas y asomar en la puerta ajena sólo cuando el paso era franco.
3. Los marcajes. La rigidez de marcajes del Sampdoria limitó la capacidad de maniobra del Barcelona. Bakero, fundamental pivote de ataque, padeció la sombra de Cerezo. Stoichkov sólo vio una vez la manera de superar a Mannini, lo que supuso una pérdida de agresividad importante. Salinas, por su parte, conoció pronto el áspero lenguaje de Vierchowood. La necesidad de controlar a tremendos futbolistas como Vialli y Mancini restó arrancada al Barcelona, razón por la que Laudrup se vio obligado a subir en busca de balones. A partir de ahí, el equipo de Cruyff dependió más de la fortuna y del fallo rival que de las triangulaciones. En el caso del Barça, el marcaje de Nando a Vialli ofreció más de una duda, pues dejó a Juan Carlos con la tarea de frenar a Lombardo, que desequilibró por la derecha.
4. Los porteros. Tanto Zubizarreta como Pagliuca respondieron con grandes paradas.
6. El físico. Metidos en la prórroga, el partido se olvida de la pizarra y queda en manos del físico. Todos buscan un error. Por lo demás, sólo los especialistas pueden decidir. Y ahí el Barça tiene a los mejores. Koeman partió el balón en una falta y acabó con el miedo a perder y con una hora de táctica.
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