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Simpson resucitó al Madrid y forzó el quinto partido, mañana en el palacio

El Real Madrid igualó ayer la eliminatoria de semifinales al vencer al Taugrés en un encuentro emotivo hasta los segundos finales. Los hombres de Luyk contaron con la recuperación anotadora de Mark Simpson, impecable durante todo el encuentro, y con la aplicación defensiva de todos sus hombres que ahogaron las expectativas del, Taugrés. . La decisión definitiva sobre qué equipo accede a la final se dictará el sábado en Madrid entre dos equipos que han exhibido buen juego e inestabilidad.El Real Madrid decidió. contradecir el Opico: el mejor ataque es una buena defensa. El Taugrés, a cambio, vivió, la situación más amarga posible. Primero padeció el enfurecimiento de Simpson recibiendo uno tras otro hasta 40 puntos de tan inestable americano, tan sólo medianamente asistido por Antonio Martín y Antúnez en su delirio anotador.

Aun así, el Taugrés pudo contrarrestar en el primer periodo el espíritu manirroto del artillero americano con sus pesos pesados Arlauckas, Rivas y Wood hasta dejar igualada la contienda al término de los primeros 20 minutos. Fue un espejismo porque el Taugrés había observado una cierta abulia defensiva, impropia del riesgo del partido, que dio puntos y convicción a su oponente.

El primer tiempo resultó interesante por lo apretado del marcador, pero dio las primeras pistas sobré el espíritu del partido: mucho ataque, poca defensa, al gusto del espectador vibrante, pero a disgusto de la normativa vigente.

Simpson había revolucionado el partido rompiendo los esquemas del Taugrés quebrando en cada canasta la fe de los vasconistas que observa impávido la plenitud del tirador.

Todo cambió en la segunda mitad. Cada cual enseñó su ánimo sin tapujos. La defensa del Real Madrid resultó antológica y el Taugrés sufrió en cada ataque los efectos de la impotencia. Llorente y Antúnez echaron del partido a Laso y los pesos pesados del Taugrés encontraron cada vez más brazos y menos aros en sus voladuras. Fueron momentos humillantes para el conjunto vitoriano que en los primeros 13 minutos de la reanudación apenas logré 10 puntos. Con extrema aplicación por parte de Martín, Brown y Cargo bajo los aros y las ayudas de Biriukov-y el base de turno, el Madrid alcanzó 16 puntos de ventaja a falta de seis minutos.

El partido parecía sentenciado. El Taugrés había sucumbido en el juego interior y se había precipitado en el tiro exterior. Pero extrañamente recuperó la fe gracias a los excesos prepotentes de los madrileños. Biriukov, Llorente y Martín se jugaron tres triples absurdos que el aro expulsó, harto de excesos inoportunos. Era el argumento que le faltaba al Taugrés para apretar los puños. Para entonces Simpson había abandonado su amistad con el aro y se había empeñado en enemistades con David Wood elevando la temperatura del pabellón y poniendo a prueba la adrenalina de los colegiados. Perdió los papeles el Madrid y el Taugrés llegó a reducir a tres puntos su distancia a base de ejercicio físico y de voluntad.

El Madrid, que, había recibido el premio a la constancia con los aciertos de Simpsion y el premio a la voluntad con su aplicación defensiva, estuvo a punto de pagar el precio a la prepotencia en los instantes finales del encuentro.

La valentía de los árbitros (un tanto volcados hacia los colores madridistas) al señalar tres faltas intencionadas en plena vorágine alavesa impidieron la voltereta final. El público se encrespó y la acabó tomando con los colegiados, que sólo hicieron lo que tenían que hacer. El Madrid, que había contado con la eficacia de Simpson en ataque y de todo el equipo en defensa, dependió al final de los arrestos de dos colegiados que no sucumbieron al poder de la grada. Demasiado riesgo para jugarse la fortuna en la última partida y confiarla a la integridad del croupier. En realidad, no fue sino la confirmación de que incluso el quinto partido, aunque se juegue en la cancha madridista, no tendrá quizá un vencedor hasta los últimos suspiros del mismo.

Ambos equipos han sido a lo largo de los cuatro encuentros capaces de lo mejor y de lo peor. El sábado ya no tiene arreglo.

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